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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Efectos secundarios

EL PACTO suscrito entre la dirección de la Federación Socialista Madrileña (FSM) y Nueva Izquierda (NI) ha suscitado un agudo debate en el partido socialista entre quienes defienden la capacidad de la dirección del PSOE para suscribir acuerdos con otras fuerzas políticas al margen del sistema de elecciones primarias y quienes sostienen que el procedimiento de elecciones primarias debe ser respetado en cualquier circunstancia y entienden el pacto con NI como un precedente peligroso para sortear la legitimación democrática que el propio PSOE ha aprobado en su Reglamento de selección de candidatos. En el primer bando se alinean Joaquín Almunia, buena parte de la dirección del PSOE y la dirección de la FSM, que ha impulsado el acuerdo; en el segundo, los llamados guerristas y varios barones regionales.La candidata pactada para la presidencia de la Comunidad de Madrid es Cristina Almeida, militante de NI, y su candidatura no puede refrendarse mediante una elección en un partido, el PSOE, al que no pertenece. No es el único factor que contribuye a envenenar el entorno político del acuerdo. La dirección del PSOE, que patrocinó e impulsó la práctica de elecciones primarias como sistema para elegir a sus candidatos a cargos públicos, es ahora la que defiende el pacto con NI, que, en la práctica, significa la designación imperativa de Cristina Almeida, y quienes en su día se opusieron al método de primarias son los que ahora hurgan en la contradicción que supone admitir una candidata no electa, aunque sea de otro partido.

José Borrell ha defendido el acuerdo, pero los llamados borrellistas madrileños quieren vetarlo. La rapidez con que el debate ha pasado a sustanciarse ante la opinión pública demuestra además que el PSOE no ha cerrado sus diferencias internas con la suficiente solidez; de hecho, parecen más abiertas y sangrantes que nunca. Sin este ajuste de cuentas permanente en el que parecen instalados algunos sectores minoritarios del PSOE, el caso de la alianza con NI no se hubiera enconado.

El oportunismo de los dirigentes contrarios al acuerdo no exime a la dirección del PSOE de sus contradicciones y errores. No se entiende cómo los autores del Reglamento de selección de candidatos olvidaron en sus prolijos 85 artículos algo tan habitual como un acuerdo con otro partido. Es obligado, para que no se repita el error, modificar el reglamento para que la posibilidad de un acuerdo con otros partidos esté regulada, y con severas limitaciones, porque las alianzas y acuerdos ficticios o con partidos simulados son una puerta abierta a toda clase de corrupciones electorales.

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El enfrentamiento sobre el acuerdo desembocará probablemente en un duro combate interno en el comité regional de la FSM del próximo domingo, que debe ratificarlo. Aunque Almunia ha admitido lo inevitable, al asegurar que si el comité lo rechaza no propondrá el acuerdo al comité federal, la derrota de la dirección en Madrid tendría serias consecuencias. Sólo cabe reconducir la situación de guerra abierta a partir de una negociación, hoy problemática e indefinida, que evite esa imagen de división abierta. El domingo va a ser un día decisivo para el primer partido de la oposición.

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