El Museo de Bellas Artes presenta la obra que creó Goya "en la libertad" de su exilio en Burdeos

El Museo de Bellas Artes de Bilbao inauguró ayer, Día Internacional de los Museos, una exposición que presenta el contexto en que se realizó una de las obras maestras de su colección permanente: el Retrato de Moratín, de Francisco de Goya. La muestra reúne una treintena de obras, entre ellas la célebre La lechera de Burdeos, pintadas por Goya entre 1824 y su muerte en 1828, años de su exilio voluntario en Burdeos. La comisaria de la exposición, François García, destacó que Burdeos fue para Goya "una tierra de libertad" donde creó "una obra llena de vida".

El contexto del Retrato de Moratín, una de las obras de Goya que se exhiben en las salas de pintura española de los siglos XVIII y XIX del Museo de Bellas Artes, lo componen piezas realizadas con técnicas diversas. Además de La lechera de Burdeos, cedida por el Museo del Prado, se han incluido en la exposición Goya y Moratín las pinturas Manuel Silvela y Dama con mantilla negra y una colección de 13 dibujos y otros tantos grabados. Goya decidió exiliarse voluntariamente tras la caída del rey José I, hermano de Napoleón, en 1814, como hicieron numerosos miembros de la aristocracia y la burguesía empujados hacia Francia por la política de represión antiliberal que puso entonces en marcha Fernando VII. Goya llegó a Burdeos en 1724, cuando ya contaba 78 años, "sordo, viejo, inseguro y debilitado, sin saber ni una palabra de francés", según escribió su amigo el escritor Leandro Fernández de Moratín, "pero encantado y siempre tan ansioso por conocer mundo". El pintor vivió en Burdeos los últimos años de su vida, salvo breves períodos en París y Madrid, en compañía de los amigos y protectores que también habían optado por el exilio. En estas relaciones, su vínculo con Moratín fue básico. La comisaria de la exposición, la conservadora jefa del Museo de Bellas Artes de Burdeos, Françoise García, señaló que allí el artista no se sintió en el extranjero. "Burdeos significó para Goya una tierra de libertad", dijo García. "Allí vivían sus amigos, y encontró libertad de elección temática y creó una obra llena de vida". El eje central de la exposición está formado por los retratos, una faceta del trabajo artístico de Goya que supuso casi las dos terceras partes de sus pinturas. La lechera de Burdeos, una de sus últimas obras, perteneció a Leocadia Weiss, compañera del artista, antes de entrar a formar parte de las colecciones del Prado. La fertilidad de la etapa bordelesa de Goya quedó también patente en la elevada producción de dibujos y grabados, especialmente litografías. Los dibujos seleccionados para la exposición revelan que en su etapa final Goya siempre utilizó el mismo tipo de papel, en un formato similar, y utilizados en sentido vertical. Sobre este material el artista utilizó la aguada, la tinta, el gouache y, por vez primera, el lápiz litográfico combinado con carboncillo. Cuando llegó a Burdeos, Goya ya tenía una prestigiosa trayectoria como grabador. En estos años realizó obra gráfica con la técnica de aguafuerte, en ocasiones mezclado con aguatinta, y sobre todo, experimentó con la entonces novedosa litografía. Con motivo de esta exposición, el museo exhibe también la serie de grabados La tauromaquia, que revela las relaciones entre esta colección -una de las grandes que realizó Goya, junto con Los Caprichos, Los desastres de la guerra y Los disparates- y la temática de la etapa bordelesa.