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Reportaje:

Regadíos, la nueva frontera del campo catalán

A finales del siglo pasado, en la prehistoria de la grandes infraestructuras hidráulicas españolas, el agua era considerada un signo de poder. Quizá por eso al polígrafo aragonés Joaquín Costa, defensor de los pantanos y de los regadíos, llegó a afirmar que regar era gobernar. Cien años después, el presidente de la Generalitat, Jordi Pujol, ha hecho una apasionada defensa de los regadíos como signo de riqueza y de progreso para las zonas agrícolas. "El agua es vida", dijo hace unos días en Lleida al presentar el nuevo mapa de riegos de Cataluña. El Gobierno catalán apuesta fuerte por el futuro de la agricultura y la ganadería con actuaciones encaminadas a convertir en regadío tierras tradicionalmente de secano, a pesar de que la Unión Europea impone unos modelos determinados de producción agraria que pueden parecer contradictorios con la política que impulsa la Generalitat. Pero la del agua es una demanda del campo desde hace mucho tiempo. Las inversiones en infraestructuras hidráulicas servirán para dar un salto cuantitativo en la construcción de las grandes obras pendientes en materia de regadíos. Cuando estén todas acabadas, en un plazo de 20 o 30 años, se habrá conseguido aumentar en un 50% la superficie regable de Cataluña e incrementar su potencial económico mediante una agricultura superintensiva y altamente tecnificada. Concentración parcelaria El plan de regadíos de Cataluña prevé que se inviertan un total de 18.094 millones de pesetas en obras de mejora de regadíos consolidados. Esta cantidad queda desglosada de la siguiente manera: 5.173 millones en el canal de Pinyana, 5.058 en el canal de Urgell, 5.213 en el delta del Ebro, 900 en el canal de Aragón y Catalunya, 1.000 en la Ribera d"Ebre y 750 en los riegos de la Cerdanya. Estas mejoras afectarán a un total de 165.000 hectáreas. La superficie agrícola útil en Cataluña es de 1.138.684 hectáreas, de las cuales 274.991 son de regadío y 863.693 de secano. Lleida, con cerca de 155.000 hectáreas, es actualmente la provincia con más superficie regable, seguida de Tarragona, con 70.000, y Girona, con 35.000. El plan director del Departamento de Agricultura en materia de regadíos prevé medidas de modernización y racionalización de las explotaciones agrarias mediante inversiones en infraestructuras y asesoramiento a los payeses para una mejor gestión del agua. Y también medidas de reestructuración de las explotaciones a través de la concentración parcelaria, un sistema que permite optimizar las inversiones y aumentar la rentabilidad de los cultivos. Con estas inversiones se persiguen tres objetivos: mejorar las rentas agrarias a partir de un aprovechamiento racional de las aguas superficiales y subterráneas; favorecer el asentamiento de la población en las comarcas de tradición y vocación agraria que sufren las consecuencias de la regresión demográfica, y por último mejorar las infraestructuras existentes a fin de lograr un uso más racional del agua, un recurso cada vez más escaso. La Generalitat tiene en estos momentos diversas infraestructuras de riego en fase de ejecución. En Lleida, los canales Algerri-Balaguer (8.000 hectáreas) y Garrigues Sud (4.500), con una inversión prevista de 16.000 millones. En Tarragona, el pantano de Margalef (1.500 hectáreas), El Pinell de Brai (750) y Perelló-Rasquera (400), con unos 4.700 millones. En Girona, Baix Ter (6.500 hectáreas) y margen derecha del Muga (2.700), con 4.700 millones. En Barcelona, Vallfornés (500 hectáreas) y Sant Martí de Tous (450), con 2.900 millones. De acuerdo con el informe de la Generalitat sobre regadíos, a finales de año la Administración catalana llevará invertidos desde 1993 un total de 48.355 millones de pesetas en obras de mejora y en nuevas infraestructuras. Pero el plan de regadíos impulsado por la Generalitat prevé invertir en los próximos años otros 211.775 millones en diversas obras que convertirán en regadíos un total de 136.819 hectáreas, la mayoría de ellas en la provincia de Lleida. Canal Segarra-Garrigues De los proyectos pendientes de ejecución, el más emblemático de todos es, sin duda, el canal Segarra-Garrigues, de más de 100 kilómetros de longitud, que convertirá en regadío más de 90.000 hectáreas de secano de seis comarcas de Lleida: Segarra, Urgell, Pla d"Urgell, Les Garrigues, Noguera y Segrià. El acuerdo institucional alcanzado hace poco para el reparto del agua del pantano de Rialb, de donde se abastecerá el canal, significa un gran revulsivo para un amplio colectivo de regantes que casi habían perdido la esperanza de ver llegar el agua. El Segarra-Garrigues significará una nueva revolución en el sector más agrícola de Cataluña, aunque, como advirtió Pujol, las obras no se harán en cuatro días, sino que podrían durar dos o tres décadas. La inversión prevista por la Generalitat en esta infraestructura es de 100.000 millones de pesetas. Otras obras proyectadas son los regadíos de la Terra Alta (15.000 millones), Garrigues Sud (25.000 millones), el pantano Xerta-La Sénia (36.000 millones) y el Segrià Sud (14.000 millones).

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