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Preparar los bosques ante el fuego costaría 10.400 millones en 8 años

Dotar a todos los bosques de la Comunidad Valenciana de las infraestructuras necesarias para luchar contra el fuego (cortafuegos, pistas, balsas de agua, limpieza forestal...) costaría 10.400 millones de pesetas en los próximos ocho años. Y los tratamientos selvícolas de mantenimiento supondrían otros 800 millones al año, según Medio Ambiente, que ahora implanta un proyecto piloto, las Zonas de Actuación Urgente (ZAU), en varios bosques valencianos. El Consell dedica ahora 800 para todas las labores.

La ZAU más avanzada, un proyecto piloto que costará 286 millones de pesetas, es la denominada como "bosques del valle de Ayora al oeste de la carretera N-330", una masa forestal de 33.851 hectáreas públicas y privadas que el pasado viernes recibió la visita del consejero José Manuel Castellá. El objetivo es, en palabras de los responsables del proyecto, "permitir a los efectivos de extinción, una vez producido un incendio, una actuación rápida, eficaz y segura". Es simple, pero difícil de hacer realidad "con el modelo actual". Así, las infraestructuras en los bosques valencianos son escasas en los públicos y casi nulas en los privados. "En bosques que no son de titularidad pública nos encontramos a veces con cortafuegos que nacen en ningún sitio y van a ninguna parte", explicaron a Castellá, en referencia a infraestructuras aisladas que no tienen continuidad. Por eso, a las fuerzas de extinción les resulta difícil, y peligroso, entrar en una pista que acaba en fondo de saco. Los cortafuegos que se practican en Ayora intentan compartimentar el territorio, apoyándose en lo posible en campos de cultivo, carreteras, pistas forestales y vías pecuarias. Evidentemente, la red incluye los bosques privados, mediante convenios entre la consejería y los particulares. El viernes, una brigadas de ocho operarios con motosierras, un tractor triturador y una mula (para acarrear los troncos abatidos), afeitaba los bordes de la carretera, a razón de una hectárea diaria, para hacer una franja casi pelada de 100 metros de ancho. La madera talada se deja en los bordes (para que el propietario la pueda aprovechar) y las ramas trituradas formarán un mantillo que alimenta el suelo. Los técnicos niegan que se cree una fractura "desierta" en el bosque, como afirman los críticos con los cortafuegos (que además aseguran que son inútiles ante los grandes incendios). Para Medio Ambiente es una zona "adehesada y sinuosa, no rectilinea", en la que se dejan encinas y otros árboles aislados y que es compatible con usos agrícolas, como el pastoreo, la recogida de trufas o el cultivo de plantas aromáticas. La actuación afecta al 5% del bosque, pero aseguran que en Francia se aplica al 12%. "Se trata sólo de cambiar el modelo de combustible vegetal para que el fuego varíe su comportamiento y podamos intentar gobernarlo, dirigirlo... evitar que las llamas se propaguen por las copas".

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