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Más de 300 muertos en Indonesia tras la revuelta popular

El presidente Suharto regresó ayer a Indonesia para intentar frenar los disturbios y poner orden en el caos que han generado esta semana las subidas de precios con que su Gobierno intentaba atajar la crisis financiera. Ya era tarde para los tres centenares de personas muertas desde el pasado martes, al menos 275 de ellas en los incendios que se produjeron ayer en varios grandes almacenes de Yakarta saqueados por los manifestantes. La calma volvía a la capital, pero había noticias de estallidos esporádicos de violencia en otras ciudades.

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La quiebra de Suharto

Suharto, de 76 años, ordenó anular la subida de los precios de los combustibles y la electricidad, causas inmediatas de la revuelta popular. El presidente, que gobierna con mano de hierro el país desde hace 32 años, también ordenó al Gobierno y al Ejército que repriman a los rebeldes y saqueadores. Contra las numerosas voces que dentro y fuera de Indonesia piden que abandone el poder, Suharto ha descartado la idea de dimitir. No obstante, horas después de su regreso de Egipto, donde participaba en una cumbre de países en vías de desarrollo, reiteró que no utilizará a las Fuerzas Armadas para mantenerse en el poder si es consciente de que ha perdido la confianza del pueblo. Anoche, una tensa calma cayó sobre la capital. Aun así, numerosas personas, entre ellas turistas españoles, colapsaron el aeropuerto en su intento de salir del país. Entre los primeros en lograrlo se encontraban los empleados del Fondo Monetario Internacional, a cuyas medidas de rigor responsabilizan muchos indonesios de su situación. En Birmingham, los mandatarios de los ocho países más industrializados del planeta pidieron a Suharto que dialogue con la oposición y lleve a cabo reformas políticas si fuera necesario.

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