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Reportaje:

Una buena tradición de cooperación científica

Las vertientes científica y política de la unidad europea no ha corrido pareja en ritmos y niveles de integración. Las grandes instituciones de investigación, que no corresponden exactamente en cuanto a países miembros ni entre sí ni con la UE, tienen en común el hecho de aglutinar esfuerzos para poder hacer lo que está fuera del alcance de cada país individual y acometer las empresas de gran envergadura que muchas áreas de la ciencia exigen en el siglo XX. Su empresa común es, en varios casos, el desarrollo y la construcción de equipamientos de investigación de alto coste en inversión y en personal altamente cualificado, y en otros, crear el tejido de intercomunicación tan prolífico en ciencia.El Laboratorio Europeo de Física de Partículas (CERN), donde se han construido y exprimido científicamente los aceleradores de partículas más grandes del mundo, se fundó en 1953. Ahora, el CERN esta volcado en la construcción del nuevo acelerador LHC, que será, cuando se inaugure en 2005, la máquina más poderosa del mundo para penetrar en el universo subatómico. Pertenecen al CERN (ubicado junto a Ginebra) 19 países miembros y son observadores, además de la UNESCO y la Comisión Europea, otros cinco, incluido un socio invitado de lujo para el LHC: Estados Unidos. Y fue en esta institución europea donde nació la ahora omnipresente World Wide Web.

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Otro organismo que tendrá a principios del próximo siglo unas instalaciones científicas sin parangón es el Observatorio Europeo Austral (ESO), fundado en 1962 y al que pertenecen ocho países, con las notorias ausencias del Reino Unido y España. A sus 15 telescopios instalados y funcionando en Chile se añade ahora el VLT, un instrumento formado por cuatro telescopios gigantes.

En la aventura espacial Europa, aunque tiene en su haber un magnífico historial en misiones científicas y en los cohetes Ariane, cuenta con medios muy inferiores a los de los amos tradicionales del sector. La Agencia Europea del Espacio (ESA), con 15 países miembros, carece de un programa tripulado comparable al de la NASA o al de Rusia, pero participa en la Estación Espacial Internacional.

Otra unión científico-tecnológica continental es la Instalación Europea de Radiación Sincrotrón (ESRF), en Grenoble (Francia). La idea de hacer un gran sincrotrón europeo surgió en los años setenta y la instalación se inauguró en 1994. Tiene 12 países miembros.

Quince países miembros de la UE más Suiza, y en el marco de la Comisión Europea, sostienen desde 1978, con sus aportaciones en fondos y en personal, el Joint European Thorus (JET), un reactor de fusión nuclear en que se hacen experimentos para llegar a una fuente de energía abundante, barata y limpia.

Biología

La biología molecular no exige, en principio, macrolaboratorios , pero el ejemplo del CERN hace más de cuatro décadas inspiró a los biólogos. Así surgió, en 1974, con 14 países europeos más Israel, el Laboratorio Europeo de Biología Molecular (EMBL), con su sede en Heidelberg (Alemania).Pese a defectos y problemas que indudablemente tiene cualquier organización compleja, las grandes instituciones científicas europeas demostraron -y muy pronto- la eficacia de la cooperación. Pero está aun por definir su relación con la nueva Europa Común, crecientemente consolidada en la política y la economía. El nivel de relación de la UE con cada una de ellas (con diversos y complejos sistemas organizativos) es en algunos casos muy estrecha y en otros distante. Entre las autoridades comunitarias han surgido ya voces reclamando más coordinación, señalando directamente, por ejemplo, el sector espacial.

No hay que olvidar el eficaz rendimiento de organismos europeos, de alto contenido técnico, como los dedicados a la predicción meteorológica, las telecomunicaciones y la tecnología.

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