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Una investigadora de Granada logra embarazos con tejido testicular La Universidad ha desarrollado una nueva técnica "in vitro"

Dos mujeres turcas se encuentran en el segundo mes de gestación después de que le microinyectaran espermatozoides madurados in vitro a partir de una muestra de tejido testicular de sus maridos, que padecen problemas de fertilidad. La experiencia, pionera en el mundo, fue llevada a cabo en el Centro Alemán de Reproducción Humana de Estambul por Carmen Mendoza, investigadora del departamento de Bioquímica y Biología Molecular de la Universidad de Granada. Mendoza ya logró hace tres años dos embarazos inyectando células espermátidas -un estadio primitivo del espermatozoide- en el ovocito de sendas mujeres. A pesar del éxito inicial, esta técnica se ha revelado como muy complicada ya que sólo está al alcance de biólogos capaces de reconocer muy bien las células espermátidas que luego tienen que implantar en la mujer. Estas células son de difícil catalogación por su semejanza a los linfocitos. No obstante, la técnica se ha aplicado con relativo éxito en diferentes centros. Hace unos meses nació en Alicante un niño cuya madre fue fecundada con espermátidas de su marido, que padecía serios inconvenientes para producir espermatozoides maduros. Técnica depurada Según Carmen Mendoza, el éxito de esta técnica, que generó gran expectación cuando fue publicada hace tres años, no supera el 4% siempre que se realice en condiciones idóneas. La propia investigadora de la Universidad de Granada reconoce que después de lograr en París los dos primeros embarazos, sobre once intentos, repitió la experiencia en la clínica Adam, de El Cairo, con resultados decepcionantes, pues de 45 tentativas no consiguió ningún embarazo. A la vista de estos resultados, Carmen Mendoza -que trabaja con su marido, Jan Tesarik, biólogo de los laboratorios D´Eylau de París- decidió depurar la técnica. Para eliminar la dificultad de seleccionar las células espermátidas, decidió cultivar directamente in vitro una muestra de tejido testicular, que contiene un tipo de células, las de Sertoli, provistas de todos los nutrientes necesarios para completar el ciclo espermatogénico. "Lo que hemos cultivado", explica Mendoza, "son biopsias testiculares. No hace falta, por tanto, aislar ninguna célula. El cultivo se hace durante dos días a 26 grados centígrados de temperatura. Pasado ese tiempo, volvemos a valorar el tejido y microinyectamos en el ovocito todas las células que han desarrollado flagelo y que tienen ya un aspecto semejante al del espermatozoide y, sospechamos, con la carga genética completa". Los resultados de la investigación, donde se describen además todos los reactivos utilizados en el cultivo, han sido enviados para su publicación a la revista New England Journal of Medicine, que en breve comunicará si acepta publicar el artículo. Esta novísima técnica de fecundación, cuya base ha sido elaborada en la Universidad de Granada, fue expuesta por Carmen Mendoza y su marido en un congreso celebrado en Chicago. Allí los científicos del Centro Alemán de Reproducción Humana de Estambul aceptaron aplicarla sobre unos pacientes incapaces de generar espermatozoides. De nueve ensayos se han logrado dos embarazos evolutivos, es decir, sin peligro de aborto, asegura Carmen Mendoza. Paralelamente, el departamento de Biología de Granada está recopilando información acerca de todos los niños nacidos a partir de células espermátidas para comprobar su desarrollo cromosómico y genético. En concreto, los estudios se centran en cuatro o cinco genes que están relacionados con determinados tipos de tumores. Los investigadores quieren tener la completa seguridad de que los gametos inmaduros disponían de toda la carga genética cuando fueron inyectados.

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