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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Feliz y excepcional

DESPUÉS DE la drástica corrección de la inflación y el déficit público que ha permitido a España formar parte del grupo de países europeos con una moneda común, está más claro que nunca que el paro es el principal problema económico de la sociedad española, a muchos codos de distancia del siguiente. Sea en términos de Encuesta de Población Activa (EPA) o de paro registrado en las oficinas del Inem, las elevadas tasas de desempleo han desmoralizado a varias generaciones de ciudadanos y han lastrado gravemente la posibilidad de acercar las rentas de los ciudadanos a la media europea y de acrecentar la prosperidad general del país. Felizmente, el paro ha entrado en un camino de descenso, aunque lento, durante los últimos años. La Encuesta de Población Activa del primer trimestre muestra una mejora de esa tendencia, con una reducción del número de parados de 120.000 personas, que supondría una caída anual de casi 270.000, y un aumento de la ocupación que ha favorecido a 77.000 personas. La tasa de paro baja al 19,63%, por debajo del 20% por primera vez desde 1992. Son buenas noticias.El análisis de las cifras de la EPA ofrece varios aspectos favorables, incluso esperanzadores. La creación de empleo -hasta 415.000 nuevos ocupados en tasa anual- ha sido elevada. Tal circunstancia va más allá de la mera comprobación de cifras. Demuestra indirectamente que el crecimiento económico sigue siendo muy alto y probablemente está acelerándose hasta cifras próximas al 4% anual; y confirma que al menos en parte el crecimiento se está trasladando al empleo, cuya tasa de aumento anual es del 3,3%. Esta relación es nueva, puesto que en anteriores fases de crecimiento los aumentos del PIB superiores al 3% se traducían en tasas de creación de empleo de apenas el 1,5%.

Otras lecturas de las cifras de la Encuesta son más sorprendentes. Es insólito que el descenso del paro en el primer trimestre se explique principalmente por su caída en los sectores de agricultura y construcción; precisamente a contracorriente de la tendencia principal, porque, en términos anuales, son la industria y los servicios los que más aportan a la ocupación y a la caída del paro. Esta inversión demuestra que es muy arriesgado sacar conclusiones de los datos trimestrales de la EPA. Sí se mantiene, en cambio, la muy lenta disminución de la tasa de temporalidad en los contratos.

La tendencia de fondo del mercado de trabajo español -como la mayor parte del europeo- es a reducir el número de parados y aumentar el de ocupados, pero las cifras del primer trimestre son excepcionalmente buenas, muy por encima de la tendencia general. Quizá haya contribuido a esta excepcionalidad la espectacular contratación laboral en Andalucía, mayoritariamente temporal. También ha cooperado un fenómeno estacional que adquiere relevancia en los últimos años: el descenso de la población activa. El primer trimestre de cada año suele presentar caídas en la tasa de actividad, porque se mantienen las jubilaciones pero no se incorporan las nuevas oleadas de activos, que lo hacen en el segundo o tercer trimestre. Pues bien, el de 1998 ha registrado una caída notable de la población activa, de más de 43.000 personas, un acontecimiento sin parangón estadístico en los últimos 15 años.

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La progresiva y lenta disminución del paro no es un efecto milagroso, sino la consecuencia natural de varias condiciones favorables. Es natural que haya menos parados en un periodo de crecimiento económico, con un aumento importante de la exportación, un clima de confianza económica -en la que tiene mucha importancia la integración en el euro- y unos tipos de interés que están en mínimos históricos. Lo importante es que estas condiciones fundamentales se mantengan y que, además, el Gobierno y la sociedad exploren fórmulas nuevas para crear empleo. Porque con la sola inercia probablemente no bastará. El optimismo lineal del presidente Aznar, que le ha llevado a decir que, con este ritmo de recorte del desempleo, «el problema del paro estará resuelto en tres o cuatro años», forma parte de su viaje de ego. Piénsese que después de este trimestre excepcional y varios años de reducción persistente, la tasa de paro todavía está en el 19,63%; y también en lo que sucederá cuando la economía crezca por debajo del 3%.

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