Motín vecinal contra la policía por un arresto violento
La detención de dos ladrones por parte de la Policía Municipal sublevó ayer a los vecinos de La Herradura, una zona de realojamiento situada en la calle del Corregidor Diego de Valderrábano (Moratalaz). La violencia con la que, según numerosos testigos, se practicó el arresto provocó que medio centenar de vecinos rodeasen e increpasen a los agentes. La Policía Municipal, que niega que la detención fuese violenta, sostiene que un centenar de vecinos, armados con palos y navajas, intentaron evitar la captura de los ladrones, lo que llevó a los agentes a pedir refuerzos. "Yo vi cómo le daban patadas en la cara a uno de los atracadores en el suelo y esposado. Y luego al otro", aseguró ayer Juan Fernández, de 18 años. A su testimonio se unía, con nombre y apellidos, el de otros residentes de la zona, como Alberto Carrillo y Belén Avilés.PASA A LA PÁGINA 5
Una asociación vecinal de Moratalaz denuncia el supuesto maltrato de los agentes a los detenidos
VIENE DE LA PÁGINA 1 Una entidad que trabaja en el barrio, la Asociación Apoyo, presentó ayer denuncia en el juzgado por los supuestos malos tratos a los detenidos. El presidente de la Asociación de Vecinos La Herradura, Antonio Rodríguez, se sumó a esta denuncia. Criticó la "brutalidad e ilegalidad" de la actuación de la policía y alabó el comportamiento de los vecinos que quisieron frenar la "paliza".
Los hechos se iniciaron a las 23.00 en la M-30, a la altura de la calle de O"Donnell, cuando un Fiat Uno gris adelantó a un coche patrulla. Los agentes comprobaron que correspondía a un coche robado. Empezó la persecución. Tras una carrera por la M-30, los delincuentes se lanzaron por la calle del Comendador Diego de Valderrábano, cuyo inicio forma una herradura. Los agentes, para capturarles, entraron en la herradura en dirección contraria. Ambos chocaron. Los perseguidos dieron marcha atrás. Tras golpear contra unos cinco vehículos, quedaron aprisionados. Los dos policías bajaron del coche sin sacar el arma. Los fugitivos se resistían a salir del suyo. Eran Antonio Reyes Romero, de 23 años y 7 antecedentes por robo, y Juan González, de 31.
Javier Fernández, cuyo relato coincide con el de otros testigos, entre ellos un pastor evangelista y el presidente vecinal, lo recuerda: "Un agente se lanzó a la puerta del copiloto; abrió y el ladrón le sacó un cuchillo. El policía le dio una patada y lo sacó a la calle, donde le tumbó y le esposó. Entonces le empezó a patear la cara".
El otro perseguido, entretanto, había salido sin ofrecer resistencia. Estaba de pie junto al coche y esposado. Los testigos Alberto Carrillo y Belén Avilés describen lo que ocurrió: "El otro agente dejó tumbado al copiloto y se dirigió al conductor, que estaba de pie. Le tumbó y le arreó unas patadas tremendas. Luego le levantó y, con la ayuda del otro agente, que le sujetaba por detrás, le dio de puñetazos en la cara". Fue en ese momento, cuando, según los testigos, los vecinos se arremolinaron alrededor de los agentes y les exigieron que dejasen de pegar a los detenidos.
La Policía Municipal niega los malos tratos y recuerda que los vecinos, cerca de un centenar, intentaron impedir la detención armados de palos y navajas: "Incautamos hasta un machete de 14 centímetros que intentaron utilizar para amedrentar a los agentes. Les amenazaron con matarles e incluso les pegaron. Los dos agentes acabaron heridos".
Una vez detenidos, los atracadores fueron atendidos en la casa de socorro de Vallecas. A Antonio se le diagnosticó fractura del hueso de la nariz; a Juan, contusión nasal y fractura de nariz (éste se negó a ser escayolado). Luego fueron trasladados a la comisaría de Moratalaz. Cuando los policías nacionales les quisieron llevar al hospital, Antonio aceptó, pero Juan se negó diciendo: "Quiero que el juez vea el careto que me han dejado".
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