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Chirac y Kohl tratan de zanjar las discrepancias surgidas en la cumbre de Bruselas

, Si la cara fuera verdaderamente el espejo del alma, las que exhibieron ayer tarde en Aviñón el canciller alemán, Helmut Kohl, y el presidente francés, Jacques Chirac, serían la prueba de que tal y como sostienen los portavoces del Gobierno francés, en Bruselas no pasó prácticamente nada entre las dos potencias europeas. Seriamente agrietado tras la crisis desatada en torno a la nominación del presidente del Banco Central Europeo (BCE), el eje franco-alemán trataba anoche de recomponerse con una entrevista que los dos líderes mantuvieron en el Ayuntamiento de Aviñón .

Un entusiasta Chirac y un Kohl algo más reservado inauguraron la 71º cumbre franco-alemana, que concluirá hoy, con la sonrisa profesional en los labios y los gestos y miradas amistosas requeridas para la ocasión, sin permitir que sus rostros traslucieran el deterioro de la relación.La cumbre, que aborda como asunto central la posición común del eje franco-alemán ante EE UU, reúne a buena parte de los componentes de ambos Gobiernos, incluido el primer ministro francés, Lionel Jospin, con la notable excepción del titular de Finanzas Theo Waigel, uno de los dirigentes de Alemania que menos ha ocultado su malestar por la posición francesa.

En las primeras horas de la cumbre, considerada rutinaria hasta el estallido de la crisis de Bruselas, las delegaciones de ambos países tuvieron buen empeño en restar toda significación política a la ausencia de Waigel. La portavoz del Elíseo declaró que la entrevista de anoche se desarrolló en términos «muy francos».

A lo largo de la jornada y en las horas previas, ambas delegaciones, particularmente la francesa, se esforzaron en tratar de minimizar la crisis, alarmadas quizás por haber aguado la fiesta del nacimiento del euro. A tono con la efusiva acogida formal que el presidente francés dispensó al canciller alemán, el Gobierno de París desplegó toda una serie de gestos conciliadores dirigidos a defenderse de la acusación de intransigencia nacionalista.

Después de negar la mayor, -«no existe en absoluto un enfriamiento del eje franco-alemán»-, el ministro de Economía francés, Dominique Strauss-Kahn, insinuó que, en prueba de su buena disposición, Francia está dispuesta a renunciar a que el presidente del Banco Europeo para la Recontrucción y el Desarrollo (BERD) sea el candidato francés Philippe Lagayelle. «Esta polémica debe cerrarse cuanto antes», indicó Strauss-Kahn aludiendo implícitamente a la oportunidad que la cumbre franco-alemana ofrece, preferentemente a Chirac, para atemperar los crispados ánimos de los dirigentes alemanes, particularmente los del canciller.

«Las relaciones franco-alemanas no están amenazadas», subrayaron en Aviñón los portavoces alemanes, repitiendo las palabras que el mismo Kohl había pronunciado por la mañana en el Bundestag.

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Aunque el primer ministro francés, Lionel Jospin y su Gobierno han respaldado resueltamente la postura de Chirac sobre la presidencia del BCE, -la reducción efectiva del mandato de ocho años de Wim Duisenberg y su posterior sustitución por el aspirante francés, Jean-Claude Trichet-, los socialistas franceses critican veladamente las formas utilizadas por Chirac y atribuyen esa actitud de erigirse en vencedor del pulso a la necesidad de ofrecer un triunfo a su partido, la Unión para la República (RPR), que da síntomas de descomposición y desconcierto hasta el punto de que se abstuvo en la reciente votación parlamentaria sobre el euro.

A pesar de que las críticas vertidas contra Kohl y Chirac colocan a los socialistas del Gobierno de París en una cómoda posición con la perspectiva igualmente favorable de un triunfo socialdemócrata en el país vecino, el PS teme que la crisis del pasado fin de semana en Bruselas termine por asentarse en las relaciones entre ambos países y sobre todo mine la vocación europeísta alemana.

Al margen de la cumbre, Chirac no tuvo una jornada feliz. La comida de celebración a la que había invitado a Jospin, los antiguos primeros ministros y el precursor francés en la construcción europea, Valéry Giscard d"Estaing, no contó con la presencia de éste. Más aún, coincidiendo con la celebración, el ex presidente Giscard dio a conocer una carta que ha enviado al ex canciller Helmut Schmidt como homenaje por su papel histórico en la Europa monetaria. Giscard parece haberse vengado así del escaso reconocimiento de Chirac a su labor pionera.

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