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La oposición abuchea a Blair en los Comunes

Isabel Ferrer

Una sola cita, la turbulenta cumbre del nacimiento del euro en Bruselas, ha bastado para resquebrajar la sólida imagen de mediador político que Tony Blair, primer ministro británico, se estaba labrando. Criticado por Austria, Luxemburgo y hasta Irlanda por acudir «mal preparado» a una reunión trascendental, el líder laborista sufrió ayer en la Cámara de los Comunes a sus mayores censores. La oposición conservadora, sospechosa cuando menos del futuro del euro, quiso transformar una comparecencia formal en un acto de rechazo público al «sometimiento de Blair a los deseos de Francia y Alemania». El primer ministro aguantó el chaparrón, pero sin despejar las dudas sobre su verdadero y limitado papel a la hora de elegir al holandés Wim Duisenberg al frente del Banco Central Europeo.En realidad, Blair allanó el camino a su adversario William Hague, jefe de la oposición conservadora. Apenas levantó la vista mientras explicaba con tono firme, pero sin dejar de leer sus notas, que Duisenberg nunca quiso concluir su mandato oficial de ocho años en el banco: «Siempre dijo que prefería marcharse antes, aunque también quería ser nombrado candidato por el periodo completo». Semejante paradoja fue recibida con un abucheo de tal calibre por los tories , que sus señorías fueron llamadas repetidamente al orden. Los murmullos pasaron a ser auténticas carcajadas cuando el líder laborista intentó rechazar las acusaciones sobre su «pésima» actuación como presidente de turno de la UE.

«Ha conseguido usted un acuerdo confuso y defectuoso», le espetó Hague. Sin apenas tomar aliento siguió. «Cuando debió liderar fue a remolque; calló cuando debía haber hablado. En una palabra, un desastre», sentenció bajo la abierta sonrisa de sus correligionarios el jefe conservador. Blair se rehizo algo para contestarle que él lo hubiera hecho aún peor: «Si llega a ir usted a Bruselas, querido colega, lo habría entorpecido todo».

Paddy Ashdown, líder de los liberaldemócratas, pareció dar la razón a Blair al decir que es bueno que exista el euro, pero remachó: «Usted, señor primer ministro, no ha estado a la altura de las circunstancias».

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