_
_
_
_
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Cesiones y cegueras

La prohibición canónica del préstamo con interés -la usura- dio origen a muchas técnicas para burlarla. Entre ellas destacó la doble venta -denominada mohatra entre los judíos y barata entre musulmanes y cristianos-: el usurero vendía paño o plata a la persona necesitada, con pago aplazado, y acto seguido se lo recompraba al contado, a un precio inferior. La diferencia entre escondía el interés del usurero.Con pequeños cambios -retrasar en una de las ventas, la venta aplazada, no sólo el pago, sino también la entrega del bien- la «doble venta» o «cesión temporal» se usa con frecuencia en el mundo financiero para fines plenamente legítimos. La emplean, por ejemplo, el Fondo Monetario Internacional (FMI) para prestar divisas (swaps) y los Bancos Centrales para prestar fondos a sus bancos (repos). También la utilizan los inversores para colocar sus capitales en valores a largo plazo sin asumir riesgos de tipos de interés: el cliente de un banco puede, por ejemplo, comprar un bono a ocho años, pero pactar que su banco se lo recompre antes de esa fecha, a un precio convenido.

Más información
Fuerte retroceso de las bolsas europeas mientras la peseta sigue su apreciación
China y Rusia convertirán a euros parte de sus reservas en divisas
Tietmeyer lanza una advertencia sobre la politización que ha sufrido el euro

A veces, sin embargo, la cesión temporal se utiliza para propósitos menos nobles. Así, un clásico truco para eludir la retención fiscal del 25% sobre los intereses -llamado «lavado de cupón»- consiste en ceder el bono a un extranjero el día del pago del cupón, para beneficiarse de la exención de que gozan los no-residentes. En los mercados de divisas -por citar un segundo ejemplo- un Banco Central proporcionará información engañosa si hace pública una elevada cifra de reservas exteriores pero oculta que buena parte de tales divisas las tuvo que vender a plazo en defensa de su moneda (de ahí que el FMI haya recomendado recientemente que se haga pública la cifra «neta» de reservas).

La cesión temporal es una técnica financiera que se ha transplantado con provecho al mundo parlamentario. Así, en las dos últimas legislaturas la cesión temporal de un diputado el día de constitución de los grupos parlamentarios permitió a un partido político formar grupo propio con sus cuatro diputados, a pesar de que el artículo 23 del vigente Reglamento del Congreso fija en cinco el número mínimo de diputados de cada grupo. Quienes albergan dudas sobre esa práctica han propuesto, con buen criterio, excluirla de forma expresa en un futuro reglamento de la Cámara.

El pasado fin de semana, durante la cumbre del euro, los jefes de Estado y de Gobiemo de la Unión Europea utilizaron también una «cesión temporal» para soslayar el artículo 109A del Tratado, que fija en ocho años el mandato del presidente del Banco Central Europeo. Así, tras encomendar «a vencimiento» el cargo de presidente al holandés Wim Duisenberg, éste anunció graciosamente -en la doble acepción del término- que, por razones de edad, cederá el puesto a su sucesor a mitad de mandato. Así pues, esa anunciada cesión a plazo reducirá a cuatro el teórico mandato de ocho años.

Los teólogos y tratadistas mantuvieron largas polémicas sobre la licitud de ciertas operaciones que se usaban para encubrir préstamos con interés. La barata fue una de ellas. En general, los tratadistas la condenaron, señalando muchos, burlones, que en latín barathrum significaba «infierno», «abismo». En su Tratos y contratos de mercaderes, el dominico Tomás de Mercado también lo hizo, mostró la naturaleza ficticia de las supuestas ventas en que descansa y, fascinado por la aquiescencia de cuantos las negociaban, concluyó con esta (inmortal) expresión de asombro: «Y todos se hacen ciegos, teniendo ojos».

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_