Pujol despide con gratitud a la Agrupación de Tráfico de la Guardia Civil de Girona
En un acto que se quiso sobrio, pero que resultó desangelado, frío, la Agrupación de Tráfico de la Guardia Civil puso fin ayer a las doce del mediodía a 38 años de impecable trabajo en las carreteras y autopistas de Girona. A la misma hora, la novel unidad de los Mossos d"Esquadra se estrenaba en el control del tráfico en la provincia de Girona. En el acto oficial de traspaso de la competencia, Jordi Pujol, en un discurso leído, dirigiéndose a los agentes y mandos de la Guardia Civil les dio las gracias por su labor e hizo profesión de fe en el instituto armado al asegurar: "Si me permiten un comentario muy personal, les diré que siempre comprendí lo que era y es la esencia de su cuerpo."
Hace unos meses, la Generalitat hizo un intento de escenificar a bombo y platillo el traspaso de la competencia de tráfico de la Guardia Civil a los Mossos d"Esquadra. Desde la Administración central se hizo saber que no se participaría en un acto grandilocuente que podría recordar el famoso cuadro de Velázquez La rendición de Breda, en el que el pintor, en un escenario barroco, refleja la rendición de las tropas de los Países Bajos ante los soldados españoles. En el otro extremo, el acto de ayer, que según un asistente "más parecía un cambio de guardia rutinario que un acto oficial." Pujol, acompañado del ministro del Interior, Jaime Mayor Oreja, en un acto de escrupuloso protocolo, pasó revista a una formación de 10 agentes de la Guardia Civil con sus motocicletas y a otros tantos mossos también con sus motos. Unos y otros usan el mismo modelo de moto: una potente BMW alemana. Tras la revista, los discursos. Mayor Oreja aseguró que el traspaso de la competencia de tráfico, modélico por la ausencia de crispación, completa el diseño de los Mossos como policía territorial integral y añadió: "El traspaso a la Generalitat del tráfico supone un deseo del Gobierno de adaptarse al Estado de las autonomías y determina la voluntad de prefigurar un modelo para una etapa avanzada de la España de las autonomías." Mayor Oreja, como haría después Pujol, mostró interés en destacar que la cesión de la competencia de tráfico a la Generalitat "ha sido ejemplar, porque ha sido un proyecto compartido, y cuando esto sucede, los procesos se hacen bien." El ministro, como si quisiera congraciarse con sus anfitriones, recurrió a uno de los tópicos sobre los catalanes para ejemplarizar los dos años y medio de negociaciones por el traspaso del tráfico: "El trasvase de 31 agentes de la Guardia Civil a los Mossos y el traspaso de 14 funcionarios de tráfico reflejan el espíritu de colaboración en un proceso ejemplar como corresponde al seny catalán." Estricto protocolo Pujol, siguiendo el estricto y pactado protocolo, cerró el acto con un discurso escrito, lo que significa que no quería improvisar y que todo lo que decía estaba medido y encajado al milímetro. Amante de la pedagogía y profundo conocedor del público al que se dirigía, el presidente de la Generalitat utilizó el catalán en los capítulos generalistas y el castellano en los específicamente destinados al cuerpo que retiraba a sus hombres de Girona para mejor transmitir su mensaje. En castellano, le dijo al ministro que el acto de ayer "no hubiera sido posible sin la evolución política, institucional y social que ha habido en España en los últimos 20 años. No hubiese sido posible sin democracia y sin autonomía y", reconoció, "no hubiera sido posible sin un cambio de mentalidad en el conjunto del país." Acto seguido, sin más rodeos, asumió que el acto de ayer tampoco hubiera sido posible sin "la voluntad del actual Gobierno español, y muy especialmente, señor ministro", dijo dirigiéndose a Mayor Oreja, "sin su actitud positiva." Pujol argumentó en catalán que el objetivo del Gobierno que preside y el del Parlament es "alcanzar un alto grado de autogobierno y utilizarlo para construir un país...". Y continuó asegurando que esta reclamación seria de autogobierno "lleva aparejada la voluntad de asumir directamente las responsabilidades más importantes, más delicadas, más difíciles...". Por ello, concluyó Pujol, un país con auténtica voluntad de autogobierno tiene que aspirar a asumir esta responsabilidad [el control del tráfico]." Le sirvió toda esta argumentación para explicar a los representantes de la Guardia Civil que el hecho de haber puesto tanto empeño en reclamar el control del tráfico no se debía a una actitud de rechazo al instituto armado. "Con toda sinceridad", añadió, "debo decir que esto pudo haber sido así hace 30 años, pero no hoy."
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