Un lento realojo en el Rincón de la Victoria
Cuando compró la casa a finales de 1996 no sabía lo que se le venía encima. José María Arjona, al igual que los vecinos del conjunto Bezmiliana de la Urbanización Lo Cea, luchan desde entonces contra los elementos y contra el Ayuntamiento del Rincón de la Victoria. Su trinchera es ahora los apartamentos Elimar, donde vive desde el 2 de febrero, fecha en que él y otros cinco vecinos fueron desalojados de sus hogares por el peligro que suponía para ellos los desprendimientos de tierra y piedras que causaron las fuertes lluvias. Arjona aparece con mazacote de documentos como arma y las ideas bien claras. Trae un interdicto del juez de obra ruinosa que es tajante: "El Ayuntamiento y la promotora tienen que ejecutar las obras de cualquier elemento de la ladera que amenazase con caerse". Y lo decía ya en junio de 1997. Por eso no puede entender que el Consistorio no haya movido una piedra desde entonces. O por lo menos no lo entendía. Ahora sí que ya sabe lo que vale un muro de contención: 67 u 87 millones, según los presupuestos de la empresa Huarte. El coste lo afrontará el Ayuntamiento de momento, hasta que se depuren las responsabilidades. Así se acordó hacerlo y por trámite de urgencia. Por eso Arjona se queja de los casi tres meses de espera en el hotel sin que hayan iniciado las obras. Por eso José Jesús Dóminguez, portavoz socialista del grupo socialista, dice que el "desinterés y la dejadez" del PP -al que los vecinos llaman Piedra Piedra- ha costado sólo en febrero y marzo 1.683.000 pesetas a las arcas municipales para pagar el alojamiento de las seis familias. Francisco Robles, concejal de Urbanismo, se defiende. "Si se están demorando las obras es porque estamos buscando la mejor solución para los vecinos". Resta importancia a los gastos porque que el Ayuntamiento "se los reclamará a la promotora por haber afectado la estabilidad de la ladera". El PSOE quiere más y exige garantías de que el pago lo afrontarán los responsables. "La promotora es una sociedad anónima y se puede disolver en cualquier momento y dejarnos a nosotros el desaguisado", dice. Está todavía por ver quien es el responsable de los desprendimientos. En cualquier caso los vecinos han presentado una denuncia solicitando la licencia de primera ocupación. "El Ayuntamiento dio el permiso poniendo en peligro nuestra integridad porque mientras se estaban construyendo las casas ya se había caído piedras como gigantes", dice Arjona. Pero de momento no le importa desentrañar quién ha sido el culpable y lo que más le urge es que se hagan las obras para estabilizar la ladera y poder salir del hotel. Y no aguanta su enojo. Ha colgado pancartas en la urbanización anunciando lo que se le puede venir encima a quien ose a comprar alguna de las casas que todavía le quedan a la promotora en la urbanización. No ha tenido éxito con el boicot. "Hace poco un alemán se hizo con una de ellas. El pobre no entiende español".
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