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FIESTAS DE LA COMUNIDAD DE MADRID

Algo bajo la lluvia

Transcurría el festejo anodino y con escaso brillo, por no decir que ninguno, a base novillos con vocación de inválidos, y de unos espadas que hacían lo que podían cuando aparecío la lluvía y algo cambió el panorama, que no fue demasiado, no hay motivo para loas ni páginas de hazañas toreras.Había amagado el agua en el segundo novillo, mas fue a la altura del quinto que apretó con ganas, empezaron a desfilar quienes no habían venido bien pertrechados, y surgieron los momentos más interesantes de la tarde.

Alberto Ramírez tuvo entre sus manos novillos con algo de casta, y los aprovechó a su manera. Se presentaba en Las Ventas y realizó suertes variadas de capote y un toreo en corto de muleta que en algún momento fue aplaudido. Intervino en quites variados, en los que alternó chicuelinas, tijerillas, gaoneras y otros capotazos vistosos. Al sexto lo llevó toreado hacia los medios en verónicas templadas que gustaron.

Ventorrillo / Patrocinio, Diego, Ramírez

Novillos de El Ventorrillo, desigualmente presentados, mansos en general, flojos y de juego muy desigual. Hugo de Patrocinio: media contraria delantera y siete descabellos (silencio); estocada saliendo prendido (silencio). Juan Diego: estocada (silencio); estocada tendida (leves palmas). Alberto Ramírez, nuevo en esta plaza: estocada contaria volcándose y dos descabellos (ovación); estocada baja (vuelta). Plaza de Las Ventas, 1 de mayo. 2ª de abono. Tres cuartos de entrada largos.

En este novillo brindaron un tercio de banderillas de excelente factura Juan Currín y El Chano, este último puso su segundo par de banderillas de manera ejemplar. Se asomó al balcón y reunió los rehiletes en un rodalillo. Para el Chano sería una de las ovaciones, justa, de la tarde encapotada y llorosa de marras.

Ramírez en el sexto realizó una faena de muleta de altibajos, que hizo más intensa en el tramo final. Estuvo a merced del novillo, pero le hechó valor y entre los pitones del novillo trazó medios muletazos de enjundia. En su primero estuvo frío, ahogó la embestida de la res y, sí, demostró su estilo y una punta de personalidad, y sin embargo aquello resultó espeso. Unos muletazos a pies juntos, estatuarios le dicen, obtuvieron el calor del tendido.

Juan Diego es un novillero de corte clásico, que lo mejor que hizo fue matar por arriba a sus dos mansitos. En su primero realizó un trasteo ante el inválido de turno, en el que poco hay que destacar: un primer derechazo suave a media altura, y tal o cual natural ayudándose con la espada. Sufrió un achuchón por no estar del todo bien colocado, se cayó en la cara del novillo y éste no hizo por él.

Al salir el quinto de la tarde empezó a llover y ya contamos de la espantada de parte del público. El novillo fue deslucido y Juan Diego se empleó en una faena de muleta voluntariosa por los dos pitones, que en las series sobre el pitón derecho alcalzarón las mejores cotas, en muletazos templados no mal rematados. Son de agradecer sus mejores intenciones a la hora de utilizar el acero, ahí fue donde más fe puso.

Hugo de Patrocinio se las vio con los dos inválidos de la tarde de más acusada flojedad. Se entiende en parte su insistencia en la cara de semejantes premios. Necesita, como todos, triunfar. Lo que sucede es que si no hay materia adecuada no se puede modelar nada importante, y hasta las reses de temperamento débil tienen su lidia. Y el respetable agradece las faenas medidas y adecuadas. Un quite a pies juntos en su segundo, de suave dibujo, y la estocada de la que salió prendido, sin amilanarse, sería lo que podría llevarse para recordar. Al salir por la puerta de cuadrillas hizo un gesto a su banderillero, de que no hacía falta pasar a la enfermería.

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