Nuevos horizontes
LA DEFENSA de la estabilidad en el empleo y la reducción de la semana laboral a 35 horas serán hoy, 1 de mayo, Fiesta del Trabajo, los lemas principales de las manifestaciones pacíficas que ocuparán las calles. No son demandas irracionales y responden a las preocupaciones laborales más candentes en el ámbito laboral europeo. En España, con una tasa de paro próxima al 20%, la estabilidad en el empleo es el objetivo de la última reforma del mercado laboral pactada por empresarios y sindicatos; y la reducción de la jornada merece un debate amplio para explorar todas las soluciones posibles en la lucha contra el paro.Pero la celebración del Día del Trabajo de este año debe tener una significación especial para los sindicatos. La cumbre de jefes de Estado y de Gobierno de mañana sancionará formalmente la participación de 11 países europeos, entre ellos España, en una moneda común, el euro. A partir de este momento, nuestro país se integra en un área económica y monetaria más amplia que requerirá un replanteamiento profundo del papel de los sindicatos en la sociedad. El cambio es inevitable. En primer lugar, porque la integración de la economía española en una zona de baja inflación y de rigor presupuestario reduce, casi hasta la extinción, el papel tradicional de los sindicatos como negociadores salariales, garantes del poder adquisitivo de los trabajadores y controladores de la financiación de las empresas públicas. En segundo lugar, porque la ampliación del horizonte económico concederá, lógicamente, más importancia política a las agrupaciones europeas de sindicatos que a las organizaciones nacionales, que en la práctica se convierten en sindicatos locales.
Sería injusto olvidar que los sindicatos españoles CC OO y UGT han dado pasos importantes, aunque insuficientes, en la adaptación a un espacio económico más amplio. Asumieron, con mejor o peor gesto, el objetivo histórico de la integración española en la unión monetaria; y han contribuido a ella de forma decisiva, asumiendo durante los últimos tres años una moderación salarial que explica en buena parte el sostenido y acelerado descenso de la inflación española. Pero, además de esto, están obligados ahora a realizar un importante esfuerzo de adaptación de sus estrategias. Por una parte, porque es necesaria una disposición común en toda Europa para atender más a las necesidades de los desempleados -en lugar de defender los intereses de quienes tienen empleo, como hasta ahora-, si no quieren perder afiliación en favor de los nuevos movimientos de parados que se extienden por toda Europa. Por otra, deben intensificar su participación en las tareas de las empresas, grandes o pequeñas, para ganar influencia -y afiliación- no solamente por la defensa de los salarios. Para ello deben olvidar sus pesadas estructuras y permitir decisiones descentralizadas. La reflexión sobre estas nuevas actitudes ha de hacerse ahora o nunca.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.