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El hijo de Mitterrand dice que su padre intentó que Rúanda evolucionara hacia la democracia

Los diputados franceses que componen la comisión parlamentaria informativa sobre Ruanda tendrán que esperar días mejores para poder esclarecer el papel jugado por su país en el genocidio que acabó con la vida de unos 800.000 tutsis en la primavera de 1994. No puede decirse que Jean-Christophe Mitterrand, monsieur Afrique, jefe de la célula africana del Elíseo durante el mandato de François Mitterrand, les ayudara ayer mucho en ese empeño. El hijo del desaparecido presidente, conocido en África francófona como papa m'a dit (papá me ha dicho), dijo que su padre se esforzó por hacer que el régimen hutu de Ruanda evolucinara hacia la democracia y el respeto a los derechos humanos.

A lo largo del informe que leyó durante casi una hora, Jean-Christophe Mitterrand minimizó su papel en Ruanda y se mostró decididamente evasivo ante las preguntas comprometedoras planteadas por los parlamentarios. Tras asegurar que sólo hizo un viaje secreto a Kigali, el monsieur Afrique de los años 1986 a 1992 pasó sobre ascuas ante las preguntas que trataban de indagar en las redes paralelas fomentadas por el Elíseo, a despecho de la política oficial. "El presidente era libre de organizar el trabajo de sus colaboradores; se aplicaba lo que se decidía colectivamente entre el Gobierno y el Elíseo", manifiestó. La idea de que, la política francesa en Ruanda fue dirigida personalmente por François Mitterrand en los años previos al genocidio está, sin embargo, consolidada a estas alturas de la investigación. A las órdenes del desaparecido presidente francés, la célula africana del Elíseo organizó secretamente el apoyo militar y logístico que París prestó al régimen hutu de Juvenal Habyarimana cada vez que éste se encontró en apuros.

El propio primer ministro de la época, Édouard. Balladur, dio a entender el martes en su comparecencia ante la comisión parlamentaria que no tiene la seguridad de que su orden de abril de 1994 de interrumpir la entrega de armas a Kigali fuera escrupulosamente respetada en la práctica. Balladur no descartó la posibilidad de que "organizaciones privadas o personajes" hayan intervenido "al margen de los circuitos oficiales". Esa hipótesis enlaza, por lo demás, con el protagonismo de los servicios secretos franceses en el tablero ruandés y con su hábito de servirse de determinados traficantes de armas y de personajes interpuestos para llevar, a cabo soterradamente aquello que oficialmente era ignorado.

Parece evidente que, encerrado en su célula africana, Mitterrand siempre sostuvo la teoría de que Francia se enfrentaba en Ruanda a una operación de desestabilización geopolítica de gran alcance dirigida por los norteamericanos a través de Uganda. Los consejeros del Elíseo y los ministros del Gobierno sostenían la teoría de la guerra convencional cuando se inició la matanza sistemática de la población tutsi ruandesa, y sólo reconocieron el genocidio a la vista de los cientos de miles de cadáveres. Tanto Balladur como el resto de los antiguos gobernantes han enfatizado la labor humanitaria desempeñada por la Operación Turquesa que, de acuerdo con casi todos los testimonios, permitió efectivamente salvar a unas 10.000 personas.

Todos ellos denuncian estos días una supuesta "campaña agresiva y sectaria organizada contra Francia, pero no extienden su "orgullo" por la Operación Turquesa a las operaciones precedentes. La primera de ellas, bautizada Operación Noroit, condujo a Francia en 1990 a reforzar el régimen hutu con unidades de élite que participaron directamente en la guerra. La segunda, denominada Amarylis, fue llevada a cabo en abril de 1994, una vez iniciada la matanza, para rescatar exclusivamente a los occidentales y amigos amenazados por la guerra. Mientras evacuaba a los responsables políticos del genocidio, Francia, según no pocos testimonios, abandonó entonces a su suerte -a una muerte segura- al personal tutsi de su Embajada.

49 muertos en Burwdi

Por otro lado, al menos 49 personas han muerto en ataques de los rebeldes hutus contra poblados cercanos a Bujumbura, la capital de Burundi, y en enfrentamientos entre insurgentes y el Ejército, según anunció ayer la radio keniana, que citaba fuentes militares del vecino país, informa la agencia Efe. Al menos 15 civiles murieron y 10 resultaron heridos en el ataque que los rebeldes lanzaron la pasada de ayer contra las aldeas de Rubingo y Bandagura con fuego de artillería, cuyos disparos fueron audibles desde la capital burundesa. Otras 34 personas (30 rebeldes, 2 soldados y 2 civiles) murieron el pasado viernes a consecuencia de los enfrentamientos entre tropas gubernamentales y milicianos hutus en el poblado de Rumonge, cerca del lago Tanganika.

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