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Alarma de los periodistas extranjeros en México por los frecuentes asaltos

Juan Jesús Aznárez

Cuatro periodistas estadounidenses fueron atracados el pasado domingo en las inmediaciones de la turística plaza de Garibaldi de Ciudad de México, y uno recibió un balazo en la columna vertebral. Puede quedar paralizado del cuello hacia abajo. La prensa extranjera, alarmada por este tipo de sucesos, también padece los graves problemas de seguridad de esta capital de casi 18 millones de habitantes.

Las embajadas de España, Estados Unidos, Francia, el Reino Unido, Hungría, Australia y Canadá advierten por escrito sobre los peligros y las precauciones que hay que tomar durante la estancia en una metrópoli que el pasado año registró aproximadamente un millón de asaltos. De los 110 empleados de la legación española, 55 fueron asaltados, algunos más de una vez. La periodista española Dolly Mascareñas sufrió recientemente un asalto y fueron tales sus gritos, tan enérgicos los manotazos y tan certera la patada voladora en salvas sean las partes de uno de los dos delincuentes, que éstos huyeron despavoridos disparando al aire para evitar una posible persecución. "Yo misma me sorprendí de mi reacción", recordaba ayer Mascareñas, que trabaja para un medio japonés.

El corresponsal de TVE en Centroamérica, Juan Restrepo, y una auxiliar de vuelo de Iberia, abordaron el pasado sábado un taxi en la plaza de Coyoacán. Secuestrados durante dos horas y media, les arrebataron, a punta de pistola y cuchillo, relojes y pertenencias, y agotaron las tarjetas de crédito. En otro coche, les seguían los cómplices.

"Además de la humillación piensas que te pueden pegar un tiro, como se lo han pegado a muchos. Hay posibilidades reales de que te maten", dice Restrepo indignado.

La plaza de Garibaldi dista poco del Ministerio de Asuntos Exteriores, donde tres semanas atrás fue asaltado un equipo de la cadena estadounidense CNN. El corresponsal de La Vanguardia en América Latina, Joaquim Ibarz, fue víctima hace poco de un violento asalto domiciliario. Amordazado en el suelo, pateado, asistió al desvalijamiento de su casa. Una informadora argentina plantó cara cuando le pusieron una pistola en la barbilla y desistieron.

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