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Inquietud por los diez miembros de la Cruz Roja secuestrados en Somalia

La suerte de los diez trabajadores de la Cruz Roja secuestrados el pasado miércoles en Mogadiscio osciló ayer entre los peores augurios y una esperanza de liberación inmediata que al caer la tarde se frustró. Michael Kleiner, portavoz del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), declaró ayer que la organización se tomaba muy en serio las amenazas lanzadas por los captores, que hostigaban a sus rehenes con sus armas y aseguraron ante una cámara de televisión: "Les ejecutaremos si no recibimos 100.000 dólares por cada, uno [15 millones de pesetas] en un plazo de 24 horas". Los capturados proceden de EE UU, Francia, Suiza, Bélgica y Suráfrica.

El temor se desató al difundirse ayer las imágenes de los secuestrados, como el suizo Thomas Gurtner y el belga Antoon Vandenhove, captadas por un equipo de Associated Press, en una casa de la devastada capital somalí. Fuentes del Comité Internacional de la Cruz Roja, que se confesaron muy "afectados" por las imágenes difundidas por televisión y pidieron "a todas las partes implicadas proteger de la curiosidad pública a sus colaboradores secuestrados", aseguraron que no habían recibido de forma directa o indirecta ninguna demanda de pago del rescate o ultimátum.El portavoz del CICR en Ginebra señaló que desconocían la identidad y el cargo de la persona que lanzó las amenazas. El CICR, cuya política es absolutamente contraria al pago de cualquier tipo de rescate en caso de secuestro, exigió la liberación inmediata y sin condiciones de los rehenes: siete del CICR, dos de la Federación Internacional de 14 Cruz Roja y la Media Luna Roja y. uno de la Cruz Roja somalí.

La facción somalí encabezada por el señor de laguerra Mohamed Husein Aidid, hijo del desaparecido general Aidid, que desafió a la ONU y a EE UU en 1993, anunció ayer la inminente liberación de los rehenes. Pero la buena nueva no se confirmó. Otras fuentes aseguraron que ayer se negociaba intensamente en la casa del señor de la guerra Mohamed Ali Mahdi, que controla el norte de Mogadiscio.

Un grupo de jóvenes somalíes armados y no identificados capturó el pasado miércoles a los diez miembros de la Cruz Roja en un pequeño aeropuerto situado al norte de la capital somalí. Aidid controla el sur de Mogadiscio, donde tiene su cuartel general y se encuentra el estratégico puerto, y su autoridad es escasa al norte de la línea verde que sigue dividiendo la ciudad tras el acuerdo firmado en enero pasado en El Cairo entre las principales facciones que desde 1991 han despedazado Somalia y dinamitado el el Estado.

La conferencia de Baidoa, importante urbe del sur de Somalia, prevista en principio para mediados de febrero y en la que debían tomar parte los principales señores de la guerra para establecer una conferencia de reconciliación nacional y crear un gobierno provisional, ha vuelto a sufrir un aplazamiento.

El trabajo de las organizaciones humanitarias en la antigua Somalia italiana (el norte, la antigua Somalilandia británica, se declaró independiente cuando estalló la guerra civil) se realiza en muy precarias condiciones. Es imposible moverse sin una escolta armada de la facción que controla el terreno. Las organizaciones que han decidido seguir operando en Somalia, como Unicef, que mantiene un centro operativo en Jowhar, han optado por pagar a esos incómodos guardaespaldas: "0 pagas o te vas", revela un miembro destadado de Unicef.

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