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LAS VENTAS

No valen un duro

Es difícil saber lo que paga la empresa de la plaza madrileña a ganaderos y toreros, porque esas cosas figuran en papeles que circulan por vías muy restringidas, por aquello de que Hacienda vigila con cien ojos. Pero sean las cifras que sean las que hayan pagado por la descastada novillada y por la actuación de unos novilleros que sólo se saben la lección del derechazo, los han timado. Porque ni novillos ni espadas valen un duro. Los utreros del ganadero jienense resultaron un asquito. De canija presencia casi todos ellos, con la excepción del cuarto, con alzada y algo más de trapío. Todos con muy poquita fuerza y todos mansos y con problemas. Muy flojo y molesto el primero, nada claro en la muleta. Con embestida incierta y peligrosa el tercero. El cuarto no se dejó picar y se pasó toda la lidia arreando tarascadas. Medio inválido el quinto, que ni tomaba la muleta, ni humillaba, ni pasaba. Manso perdido y con mucho peligro el sexto. El segundo fue devuelto por su invalidez.

Pasquau / Urdiales, Chamón, Hugo Novillos de Jiménez Pasquau (uno devuelto por inválido), desiguales, flojos y mansos

2º,sobrero de Martín Peñato, de aceptable presencia, manso. Diego Urdiales: estocada corta y atravesada. Le personaron un aviso (silencio); estocada corta delantera y descabello (silencio). Chamón Ortega: estocada delantera -aviso-, dos descabellos y se echa el novillo (palmas); pinchazo, otro hondo y descabello (silencio). Víctor Hugo: cinco pinchazos, media tendida y atravesada -aviso- y se echa el novillo (silencio); pinchazo y estocada atravesada (silencio). Plaza de las Ventas, 19 de abril. Un cuarto de entrada

El sobrero de Martín Peñato que se libró en sustitución del que regresó a los corrales tampoco era una alhaja. Se arrancó de largo en el primer puyazo para luego salir de estampida al sentir el hierro e hizo sonar el estribo en el segundo. Durante la faena se quedó corto y escarbó mucho.

Era una novillada difícil, a la que había que enfrentarse con los mejores recursos de la lidia. Pero da la impresión de que en las escuelas taurinas, por la que pasan ahora casi todos los aspirantes a matadores, sólo les enseñan a dar pases con la mano derecha. Porque eso es lo que intentaron los tres noveles, sin quererse enterar de que la vaina no iba por esos caminos.

Diego Urdiales intentó incluso el toreo por la mano izquierda. Pero sus dos enemigos pedían otro tipo de recursos. Bastante hizo con aguantar y tratarse de quedarse quieto, sin enterarse de que aquellas dobladas con coraje con las que inició la faena del cuarto eran el sendero lidiador del que había que echar mano. Chamón Ortega demostró su oficio y buena técnica al intentar embarcar con la muleta al sobrero. Su buena colocación le permitió sacar algunos buenos derechazos. Intentó la misma rutina con el quinto sin darse cuenta de que el novillo no era precisamente de dulce.

Fue Víctor Hugo el que más evidenció sus inútiles intentos de correr la mano a sus oponentes. No entendió a ninguno de los dos, a los que buscó por ambos pitones con el piquito de la muleta por delante. Intentó lidiar y machetear al sexto y demostró que nadie le ha enseñado a hacerlo. Ni a él ni a sus dos compañeros. Es una pena.

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