Urnas colombianas
LAS GRANDES maniobras de las elecciones presidenciales colombianas han comenzado ya. Las encuestas coinciden en que sólo los líderes de los dos partidos oficiales pueden pasar a la segunda vuelta, que se celebrará el 21 de junio, y que ninguno superará el 50% necesario para ganar en la primera. Hasta hace pocas semanas era clara la ventaja del liberal Horacio Serpa, delfín del presidente Samper, sobre el candidato conservador Andrés Pastrana. Pero hoy lo único claro es que los terceros en discordia se quedarán en la cuneta en la votación del 31 de mayo, así como que Pastrana talonea ya a su rival.El líder conservador, hijo de presidente, dinámico, honrado y convincente duelista electoral, ha sabido elegir a un excelente coequipier, el barranquillero Gustavo Bell, para optar a la vicepresidencia. Su elección no sólo es adecuada por el prestigio del costeño, sino porque ambos forman un equilibrado ticket para dar la batalla al veterano Serpa y a su compañera de cándidatura, la popular María Emma Mejía. Pero a las bazas de Pastrana hay que sumar nada menos que a Gabriel García Márquez, costeño también, de estirpe liberal y habituales pronunciamientos de izquierda, que apoya esta vez al aspirante conservador.
Todo apunta a que las elecciones van a ser muy reñidas y que, a pesar de la oposición de la omnipresente guerrilla, que opera en dos tercios del territorio nacional, es posible que la afluencia del voto se acerque o supere el 50%. Lo que en Europa sería una cifra exigua puede constituir una marca muy estimable en un país roto por el narcotráfico y la guerra, y que lo que más necesita es la confianza de la ciudadanía para elegir a un presidente capaz de hacer borrón y cuenta nueva.
Pastrana podría partir por ello con ventaja sobre un Serpa al que, quizá injustamente, es imposible desvincular del todo de Ernesto Samper, que nunca ha podido desembarazarse del todo de la acusación de haber recibido fondos del narcotráfico, aunque la Cámara le eximiera en su día. Si a ello se suma la abierta hostilidad de Estados Unidos, no es difícil concluir que su sucesor tendrá que marcar distancias. Sea quien sea el elegido, Colombia necesita ante todo un proceso electoral limpio que le permita renacer políticamente.
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