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Los franceses se comunican cada vez menos entre sí

Los franceses hablan cada vez menos con sus vecinos, con los dependientes de los comercios del barrio, con sus amigos, con sus compañeros de trabajo e incluso con sus familias. Ésta es la conclusión de una reciente encuesta realizada en 6.000 hogares por el Instituto Nacional de Estadística francés (Insee).Según el estudio, desde 1983 a 1997 las conversaciones directas con los comerciantes vecinos han bajado en un 26%; las charlas con los amigos, el l7%; con los colegas de trabajo, el 12%, y con los otros miembros de la familia, el 7%. Hay un retraimiento general del contacto personal que hace que las conversaciones y las charlas intrascendentes sean cada vez menos frecuentes. Sólo la relación entre padres e hijos parece resistir en este proceso de enmudecimiento progresivo.

A cambio, los franceses se desahogan por teléfono. Cualquier domingo o día festivo el número de conversaciones telefónicas alcanza la cifra de los 50 millones. Es el momento en el que la gente trata de restablecer las comunicaciones rotas por la forma de vida. Incluso el correo privado empieza a reanimarse después de largos años de silencio.

En estos tiempos de prisas, individualismo, endurecimiento de las exigencias del trabajo y dispersión geográfica de las familias, la reserva se impone con el peligro de la incomunicación y del deterioro de las relaciones sociales. Al margen de otras causas, los autores del informe aportan el dato de los 100.000 pequeños comercios que han cerrado en Francia en los últimos 20 años, mientras proliferaban los grandes hipermercados. La extensión de los contratos temporales tampoco facilita, según ellos, el asentamiento de las relaciones personales y la confianza.

Mientras Francia se llena progresivamente de vecinos antipáticos, gentes que ignoran en la calle a sus conocidos, hay quienes proponen ya instaurar una 'Jornada nacional del saludo y la sonrisa". Es lo que hacen esos grupos que, provistos de acordeones y otros instrumentos salen a la calle los domingos en París e invitan a los transeúntes a cantar con ellos.

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