Yeltsin afronta un gran revés en la Duma y protestas en la calle
El jefe del Estado ruso, Borís Yeltsin, parece haberse hecho a la idea de que su candidato a primer ministro, Serguéi Kiriyenko, será rechazado mañana por una Duma, dominada por la oposición comunista y nacionalista, que se arriesga a ser disuelta si planta cara al líder del Kremlin. El representante del presidente en la Cámara, Alexandr Kotenkov, fue portavoz ayer del pesimismo de Yeltsin y dijo que las posibilidades de triunfo en la primera votación son mínimas.Si el bisoño tecnócrata de 35 años, que era ministro de Energía cuando fue llamado por Yeltsin, es rechazado tres veces, la única salida sería que los diputados se fueran a casa y se convocasen elecciones anticipadas. Este escenario constitucional no es, sin embargo, el único que, se contempla en el Kremlin, de hacer caso a unas alarmantes declaraciones efectuadas ayer por el líder comunista, Guennadi Ziugánov. Según él, hay gente en el Kremlin que está diseñando un ''plan criminal'' que incluye ''provocar la disolución de la Duma", retrasar las elecciones alegando dificultades económicas y convocarlas en 1999, al mismo tiempo que las presidenciales (que se adelantarían un año), para garantizar a Yeltsin un tercer mandato, cuya legalidad está pendiente del Tribunal Constitucional.
La salud del presidente
El argumento perdió buena parte de su consistencia cuando el propio Ziugánov justificó poco después su rechazo de la candidatura de Kiriyenko, entre otras razones, por el hecho de que "la salud de Yeltsin no está precisamente en su mejor momento" y de que podría darse el caso de que el primer ministro tuviera que asumir la presidencia. "Es fácil imaginar en que derivaría todo eso. Llegaría un pequeño grupo de tipos resueltos, echarían a Kiriyenko y dirigirían no sólo el país sino también su potencial nuclear".Tan alarmante hipótesis era expuesta en plena crisis política y en vísperas de la protesta anunciada para hoy por los sindicatos y que la oposición intentará utilizar. Los organizadores pretenden sacar a millones de trabajadores a las calles de toda Rusia para manifestarse en contra del retraso en el pago de pensiones y salarios y el aumento del desempleo.
Da la impresión de que los sindicatos no quieren tensar demasiado la cuerda. De hecho, no han aceptado que se sumen a sus protestas los comunistas que, por ejemplo en Moscú, organizarán las suyas separadamente. Más aún, los líderes sindicales echaron una mano ayer a Kiriyenko y aplaudieron sus propuestas para que la nómina de los empleados públicos y privados llegue a fin de mes.
Tanto los comunistas como los sindicatos confían en sacar a la calle a 15 millones de rusos, uno de cada 10. Hace poco más de un año, en otra protesta nacional, dijeron que participaron en la misma 20 millones.
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