Cuba o Canarias, pero con playa

, Cuando se trata de elegir destino, los estudiantes madrileños suelen cuidarse mucho de que haya una buena playa por los alrededores. Marcharse a un rincón más o menos remoto depende casi exclusivamente del dinero que se haya recaudado a lo largo del curso, pero el mar se convierte, por lo general, en un elemento innegociable. "Quizá, porque todos sabemos de nuestros años mozos que el éxito con el ligue es más probable con el murmullo de las olas como sonido de fondo", apunta, mordaz, un profesor universitario que fue cocinero antes de vestir hábitos. Por ejemplo, los futuros ingenieros aeronáuticos suponen que acabarán volando con rumbo a Canarias, aunque cuentan con una buena coartada para ello: en las islas se encuentra una estación espacial que quizá podrían visitar entre chapuzón y chapuzón. Si el dinero permite mayores alegrías, les atrae eso de cruzar el charco y plantarse en Estados Unidos. Pero ya se verá.Lo de buscar una excusa académica a la hora de determinar el destino es un fenómeno muy extendido. Los chavales de la Escuela de Arquitectura, tanto los de la Politécnica como los del CEU, se proponen visitar Cuba, pero con un criterio muy fundamentado: el trabajo principal de este año ha consistido en el diseño de un hotel para una zona específica de La Habana, que ahora piensan conocer in situ.

En su caso no ha habido campañas especiales para conseguir financiación, aunque unos cuantos se han procurado algún dinerillo extra mediante la socorrida fórmula de las clases particulares. Y falta les va a hacer. El viaje costará unas 200.000 pesetas, y quienes no puedan permitirse semejante dispendio ya han previsto la alternativa de un recorrido por Roma o un itinerario combinado entre Praga y Viena. En cualquiera de los casos, por las excelencias de la arquitectura local, desde luego.

En el campus de la Autónoma, en Cantoblanco, los universitarios se muestran bastan te indecisos, informa Christina RudIoff. Por norma general, las facultades no tienen en mente esto de los viajes organizados, de modo que cada cual se busca la vida como buenamente puede: con un grupo más o menos reducido de compañeros o asumiendo, en último término, los itinerarios de las vacaciones familiares.

Con todo, siempre hay excepciones. Ahí están los alumnos de quinto curso de Fílosofía y Letras, que ultiman los detalles para "un congreso de filósofos jóvenes", como confirma Julián Martín, de 25 años. Claro que el destino de estos pensadores incipientes, Barcelona, es bastante más modesto que, el de algunos colegas universitarios. Pero quién sabe si, entre charla y mesa redonda, Julián y sus compañeros no aprovechan para probar las aguas de Nova Icària o la Barceloneta.