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Europa se compromete a mantener sus mercados abiertos a la producción asiática

El tono fue cauto e impregnado de un timbre inconfundiblemente diplomático. Por eso, el documento emitido por la segunda cumbre económica euroasiática a su cierre ayer en Londres tenía un extraordinario parecido al discurso con el que el primer ministro británico Tony Blair abrió el ampuloso evento para examinar las inquietantes perspectivas de la crisis financiera de Asia, magnificada inesperadamente por la gran alarma mundial frente a la crisis de Japón. De parte europea emergió el compromiso de mantener los mercados abiertos a la producción asiática. De parte asiática, y especialmente de Japón, la promesa e introducir reformas para devolver la estabilidad a sus fínanzas.

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Los 15 líderes de la Unión Europea y sus principales diez socios de Asia concluyeron sus deliberaciones con promesas de mutuo respaldo y un gran énfasis en la necesidad de actuar con serenidad.Blair cerró la cumbre de dos días reafirmando el concepto de que, para Europa, Asia es y seguirá siendo un socio serio. En una frase que constituyó un espaldarazo europeo a las declaradas intenciones de reforma monetaria y financiera, Blair pronosticó la "restauración de la estabilidad en Asia. La muestra más visible del concurso europeo en esta empresa, aparte de la creación de un más bien simbólico fondo de ayuda de 25 millones de dólares (unos 4.000 millones de pesetas) para proyectos de asistencia técnica, es la decisión de enviar misiones empresariales a Asia a fin de demostrar la fe europea en el futuro económico de la atribulada región.

Aunque el mensaje fundamental de la cita fue simple (la crisis en Asia merece y obtendrá atención, pero no es prólogo de un cataclismo), ayer costaba ahuyentar el fantasma del desastre por los sorprendentes problemas económicos en Japón. Un día antes, la agencia de calificación de riesgos Moody's había rebajado la solvencia de la deuda pública japonesa de "estable" a "negativa", al tiempo que el yen se desplomaba y la Bolsa acumulaba nuevas pérdidas.

Su primer ministro, Tyutaro Hashimoto, admitió que la crisis no tiene parangón en los últimos 50 años, pero al mismo tiempo, comprometió la palabra de Tokio a introducir reformas y a adoptar toda medida que sea necesaria para devolver estabilidad a sus finanzas y los compromisos de éstas en ultramar. Hashimoto dijo que, al margen de esas medidas, Japón continuará dando asistencia a sus vecinos regíonales para sacarlos de sus actuales apuros.

Tales palabras parecieron inspirar una tranquilidad que el canciller alemán Helmut Koffl resumió posteriormente en una frase que pronunció en una conferencia de prensa: "Si Asia lo pasa mal ahora, a Europa le puede pasar lo mismo mañana".

El afán europeo de apuntalar a la economía asiática va, por lo tanto, más allá de una mera solidaridad filosófica. Sobre todo en momentos en que la situación en Japón ha puesto a todos en guardia. Hashimoto trató de apaciguar los temores disparados por el presidente del gigantesco conglomerado electrónico Sony, Norio Ohga, que hace dos días causó pavor con su hoy famosa declaración de que la economía japonesa "se tambalea al borde del abismo". Pasando al contraataque, Hashimoto sacó a relucir cifras para recordar a todos que su país posee bienes en el extranjero por un valor de 800.000 millones de dólares, reservas de 200.000 millones de dólares y ninguna deuda externa. "¿Es acaso posible creer que un país con esa carpeta podría estar al borde del colapso?", dijo.

Marginalmente, la cumbre mencionó los derechos humanos, los desafíos ambientales y la necesidad de robustecer los vínculos culturales. Con similar discreción se acordó mantener el marco del ASEM en su dimensión actual, negando de momento una expansión para incorporar a la India, Paquistán, Australia y Nueva Zelanda.

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