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Tribuna:VISTO / OÍDO
Tribuna
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Nuestros criminales

El prefecto Papon, condenado a 10 años por colaboración en detenciones efectuadas por el Gobierno fascista francés hace casi sesenta años, apenas ofrece misterios. Es uno de esos funcionarios para quienes la ley ha de seguirse, aunque sea canalla. Los enigmas están en todo lo que rodea al caso. Por ejemplo, si esta condena o la que el mismo día recaía en Le Pen -años de privación de derechos, por agresión a una rival política- vienen solamente a mostrar que este sistema es distinto, que esta derecha es otra: y podría ser la misma con zapato fino en vez de con bota en pata militar.Por ejemplo: si es moral condenar por delitos cometidos entonces, cuando todos los demás han prescrito menos los de "crímenes contra la humanidad", que fueron los que cometieron los que perdieron la guerra, pero no los que la ganaron. Le Monde se ha extrañado del poco interés de España por el proceso del colaboracionista, y ha preguntado.

"Un juicio de nuestro pasado me parece totalmente absurdo", contesta Amando de Miguel (derecha); Elorza (izquierda) teme que el pacto para la democracia haya supuesto una cierta amnesia: "El olvido, ¿no es una forma de legitimación?". Generalmente, las respuestas de la derecha y de la izquierda mantienen esa diferencia, aunque nadie quiere procesos ni castigos: a estas alturas. La derecha es la misma que desencadenó la guerra civil, la llevó a cabo y la ganó. La izquierda, en cambio, no es la misma. A la derecha no le han afectado las revelaciones de los crímenes propios, incluso mantiene la teoría católica de la guerra justa. Tiene la suerte de ignorar que, en una situación igual, mataría igual. La izquierda, en cambio, no reconoce a la izquierda de la guerra civil: ha renegado del comunismo, ha maltratado el libertarismo; su socialismo es el que pactó para traer la democracia, ha pactado con el anticomunismo y con el capitalismo salvaje. Algunos de los que piden que, al morir, se les envuelva en la bandera republicana, proclaman que la monarquía es necesaria y legítima. En breve: la izquierda comenzó a perder en 1936, y no ha cesado nunca en su lentísima caída; la derecha comenzó a ganar, y ha seguido ganando. Suelen decir que todos mataron, que todos fueron asesinos. No es lo mismo el crimen que ensangrienta una idea noble y decente, el crimen del esclavo, que el crimen del amo. Una justicia real nunca ignora los móviles: no es igual el agresor que el defensor.

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