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Llega la hora de la verdad para la estación espacial

Preocupación por el retraso en los lanzamientos y el aumento de costes

A medida que se aproxima la fecha del lanzamiento del primer elemento de la estación espacial, el proyecto internacional más caro de la historia, cunde la preocupación y se afianza la convicción de que la estación va a ser mucho más cara y va a tardar mucho más en completarse de lo previsto. Sin embargo, de lo que nadie duda todavía es de que se va a hacer. Si no hay accidentes graves en las primeras misiones, su construcción es inevitable, creen tanto sus partidarios como sus detractores.El primer módulo, de fabricación rusa pero pagado por Estados Unidos, el FCB (Functional Cargo Block) está ya listo para ser enviado al espacio y la fecha prevista era junio de este año. Ahora, ya se habla de retrasos de varios meses. La razón es que el tercer módulo, una aportación rusa, está sufriendo retrasos en su fabricación, que pueden alcanzar los tres meses, por el goteo irregular de fondos. Es la eterna historia, desde que se hundió la Unión Soviética, de las actividades espaciales rusas, ofrecidas en un mercado en el que se venden la indudable pericia técnica y la experiencia rusas a precios altos que terminan pagando las potencias occidentales sin poder controlar la producción ni evitar los sobresaltos producidos por la inestabilidad política y los apuros económicos.

Este tercer módulo, denominado de servicio, es el que permitiría habitar la estación. Estaba previsto lanzarlo en diciembre de este año y un mes después llegaría la primera tripulación, formada por tres astronautas. Si el tercer módulo se retrasa tiene poco sentido lanzar los primeros en su fecha prevista, argumentan los responsables principales de la estación, la NASA y la empresa Boeing. El segundo módulo, el Nodo 1, de conexión entre los otros dos, es estadounidense y también está listo.

Primera tripulación

El problema es que lanzar el primer módulo supone acercarse peligrosamente al punto de no retorno. Una vez lanzados los tres módulos y ensamblados, la estación recibiría la primera tripulación y desde entonces hasta el final de su vida útil permanecería continuamente habitada. Pero los técnicos caIculan ahora que el coste de la estación alcanzará los 24.000 millones de dólares (3,72 billones de pesetas), 3.000 millones más de lo previsto en el plan definitivo y que el montaje se alargará más allá de 2003, el año previsto para su terminación. Y cuanto más se habla de retrasos y de aumento de costes, más nerviosos se ponen los políticos estadounidenses, frustrados por el exceso de optimismo con el que el director de la NASA, Daniel Goldin, ha presentado el proyecto en cada año fiscal para arrancar los fondos necesarios para que siga adelante. "Esto continúa fuera de control", ha declarado a The Wall Street Journal el senador John McCain, presidente de la comisión de Comercio. "Podemos tener que pedir que se reestructure de alguna manera. No podemos seguir así".Otro tema conflictivo es para qué sirve la estación. Muy pocos científicos piensan que va a tener alguna utilidad científica y la mayoría lo considera un mega proyecto de interés industrial y político casi exclusivamente. De hecho, todavía están por seleccionar gran parte de los experi mentos científicos que se van a hacer en la estación.

Además de Estados Unidos y Rusia, participan 11 países europeos (entre ellos España), Japón y Canadá. En Europa, la Agencia Europea del Espacio (ESA) está tratando de que su industria obtenga mayores beneficios de los inicialmente previstos, al proporcionar elementos, especialmente de informática, a otras potencias y construir más partes de la estación. En principio, la participación directa europea prevista en el proyecto es del 8%. Además del laboratorio europeo llamado Columbus, que no será lanzado hasta 2002, Europa se ha hecho cargo de la fabricación de los otros dos nodos, el 2 y el 3, que junto al nodo 1 que será lanzado en segundo lugar, forman los pasillos de conexión entre las diversas partes de la estación.

También, en el módulo ruso, por ejemplo, irá software proporcionado por Europa, que asimismo ha negociado la fabricación del ATV (Automated Transport Vehicle, un vehículo de transporte no tripulado, similar al actual Progress ruso que sirve a la estación Mir) y que sea lanzado a la estación en el cohete europeo Ariane 5, a cambio de no pagar en metálico su parte de los gastos de explotación.

La masa total en órbita de la estación, cuando esté completa, a principios del siglo que viene, será de 500 toneladas.

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