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MÉXICO

La intuición de El Juli

Reapareció El Juli en cosos mexicanos y volvió a emocionar a la afición con su admirable intuición y su técnica ante sus dos utreros, ya que siempre se colocó en el sitio adecuado, logrando en su primer enemigo que éste le repitiera y siguiera los vuelos del engaño.Tras unos lances de tanteo rodilla en tierra, El Juli disfrutó del toreo a la verónica. Su aseada faena la inició con valientes ayudados por alto, que abrochó con vistoso desdén. La suavidad con que corrió la mano en tres series de redondos hizo ver mejor el estilo de la res. El natural lo diseñó con clasicismo, pero lo más torero fueron los pases de pecho, barriendo con parsimonia el lomo del animal.

El madrileño saludó a su segundo adversario con acompasadas verónicas. A petición del público volvió a tomar los palitroques y, ahora sí, los colocó en todo lo alto. Acariciando con la muleta las sosas embestidas realizó un impactante trasteo y al final de su labor dio una exhibición de armonía en la ejecución del pase natural en dos soberbias tandas.

Santa Fe / El Conde, Gutiérrez, El Juli

Cinco toros (regalo del sobrero) y dos novillos (3º y 6º) de Santa Fe del Campo, sin trapío, chicos, excepto 4º y 5º.Alfredo Rios,'El Conde': dos pinchazos y estocada baja (silencio); estocada caída (saludos); tres pinchazos y estocada honda desprendida (silencio). Alfredo Gutiérrez: estocada honda (silencio); tres pinchazos y media caída (silencio). Julián López, 'El Juli': pinchazo y estocada (oreja y petición de otra); dos pinchazos y estocada honda (ovación y vuelta al ruedo). Plaza Silverio Pérez. 27 de marzo. Un tercio de entrada. Corrida mixta de inauguración de la Feria del Caballo.

El tardo que abrió la feria tenía poca casta y nula bravura, y aunque El Conde estuvo voluntarioso, la bestia no se prestaba para gran cosa. Al enrazado cuarto lo recibió de hinojos con dos espectaculares largas cambiadas para luego lucir sus grandes dotes de rehiletero y actor de circo. Con la sarga se esforzó por agradar, al ligar vitamina, derechazos, martinete y de pecho.

Como no quedó satisfecho regaló el sobrero, un morlaco de cuidado y que desarrolló sentido, al que lidió con decoro y abrevió. Al revoltoso y probón segundo, Gutiérrez lo capoteó con precipitación. Y con el quinto, se mostró anodino.

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