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Blair, acusado de ayudar a Murdoch en sus negociaciones con Berlusconi

El primer ministro británico medió ante Prodi, según la prensa

La relación entre Tony Blair y Rupert Murdoch permanecía ayer bajo intenso escrutinio en Londres tras las informaciones que apuntan que el primer ministro británico habría intercedido personalmente la semana pasada ante su colega italiano Romano Prodi en nombre del magnate de origen australiano, nacionalizado estadounidense. Según varias versiones periodísticas, Blair intentó ayudar a Murdoch en su intento de entrar en el mercado italiano de televisión con la compra al empresario y ex primer ministro Silvio Berlusconi de su participación (50,6%) en el Grupo Mediaset.

Sin confirmar ni desmentir los contactos entre Blair y Prodi en tomo a este asunto, Downing Street recordó que la promoción de intereses británicos es parte sobreentendida del Gobierno. Las sospechas de que la afinidad entre Blair y Murdoch es cada día más fuerte emergieron hace ya tiempo. Los diarios de Murdoch son bastante benevolentes hacia el Gobierno laborista, especialmente el matutino sensacionalista The Sun, el tabloide de mayor difusión del Reino Unido con tres millones de ejemplares diarios.La supuesta gestión de Blair en favor de Murdoch salió a la luz en las páginas del periódico italiano La Stampa. El diario conservador de Turín afirmó que la semana pasada Blair contactó "en secreto" a Prodi para decirle que apoyaba la idea de Murdoch de hacerse con Grupo Mediaset, el conglomerado mediático controlado por el exprimer ministro Silvio Berlusconi a través del Grupo Fininvest. Incluso, un funcionario italiano llegó a declarar, según recogía ayer el diario Financial Tinies, que Blair le preguntó a Prodi si existirían obstáculos legales o gubernamentales a la operación de compra lanzada por Murdoch y que se le respondió que no habría problemas.

Downing Street desmiente estas informaciones. Pero admite que Blair y Prodi hablaron por teléfono la semana pasada. La versión oficial dice que conversaron sobre " temas europeos".

Aunque el pasado viernes el propio Berlusconi declaró en una de las televisiones de su propiedad que finalmente rechazaba por razones sentimentales la millonaria oferta un -billón de pesetas, según la prensa británica- del magnate de origen ausraliano, el supuesto apoyo de lair a Murdoch ha reabierto as sospechas de que los contactos entre el primer ministro briánico y el poderoso jefe de News Corporation y News Intemational están empezando a ser un poco más que políticamente aceptables. El propio Blair ha tenido que afirmar públicamente: "Trato a Murdoch como a cualquier otra persona".

Aunque la compañía de televisión por satélite BSkyB es una empresa británica, su principal accionista es el vehículo autraliano de Murdoch, News Corporation.

"Blair y sus aliados han invertido demasiado tiempo y recursos diplomáticos cortejando a Murdoch a fin de mantener sus influyentes tabloides de su parte", escribió ayer el diario The Guardian. El más reciente ataque contra Blair partió de las columnas del Financial Times, que ayer volvía a dedicar espacio a la controversia que presenta a Blair como parte del lobby de Murdoch en sus estrategias expansionistas en Italia. Destacaba un análisis del Financial Times el hecho de que además de ser un ejecutivo particular dada su nacionalidad estadounidense y las ramificaciones internacionales de su emporio, Murdoch está siendo investigado por un supuesto caso de evasión colosal de impuestos.

La oposición conservadora no ha dejado, por supuesto, que la gestión de Blair en favor de Murdoch pase desapercibida. Hace diez años, recordaba un columnista del Daily Telegraph, ,el laborismo consideraba a Murdoch como el anticristo, particularmente por su implacable política de despedidos masivos y su campaña frontal contra los sindicatos. Pero a medida que se afianzaba la impresión de que Blair iba a reemplazar al conservador John Major en el número 10 de Downing Street, Murdoch optó por atraer al candidato favorito a su círculo de amigos. A cambio, Murdoch ponía a disposición del laborismo el espacio y los editorialistas de sus influyentes periódicos, como The Times y The Sun.

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