Representante en Yugoslavia, sí; mediador en Kosovo, no

La misión de Felipe González encontró ayer vía libre después de que las autoridades de Belgrado conocieran el comunicado de Bonn. El texto final incluyó la misión del ex gobernante español y matizó el lenguaje para que las autoridades yugoslavas pudieran asumirlo. No se habla de mediación, sino de representación, y no se menciona a Kosovo: "Exigimos a Milosevic que coopere plenamente con la misión de Felipe González como representante personal de la presidencia de la OSCE y representante especial de la Unión Europea. Cuando la misión de González esté en marcha será posible tomar en cuenta una eventual participación de la República Federal Yugoslava en la OSCE".Ésa era una de las condiciones impuestas por el líder serbio. Así se lo hizo ver a Robin Cook hace tres semanas en una visita del ministro británico de Exteriores a Belgrado: "Antes de aceptar a González, la comunidad internacional debe aceptar a Serbia dentro de sus órganos de decisión".
Para González, ésta "es una gran oportunidad del pueblo serbio" para reintegrarse en la comunidad internacional. El secretario general de la OTAN, Javier Solana, y el alto representante civil en Bosnia-Herzegovina, Carlos Westendorp, no creen que las resistencias de Belgrado a aceptar a González se debieran a una animadversión contra España.
Pero lo cierto es que Milosevic y su entorno, sobre todo su poderosísima mujer Mirjana Markovic, consideran a González un mal embajador. Su informe de diciembre de 1996 favorable a las tesis de la oposición -que decía que el partido de Milosevic les había robado la victoria en 14 ciudades- no convirtió precisamente al ex presidente del Gobierno español en un hombre muy popular en los círculos de poder de Belgrado. El gran temor del Gobierno yugoslavo es que la mediación en Kosovo fuerce la autonomía de esta región, que los serbios consideran cuna de su patria, y obligue a una democratización en toda la zona.
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