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Siberia tiene un papel clave en el clima, según los científicos

El papel que juega la tundra siberiana en el control del clima mundial es tan o más importante que el de la selva amazónica. Los resultados de un amplio estudio de investigación sobre la capacidad de absorción por parte de los ecosistemas terrestres del dióxido de carbono atmosférico, presentados ayer durante la última jornada del congreso sobre Cambio Global, que se celebra en Barcelona, así lo demuestran. Según los datos aportados en el congreso, en el que participan más de 800 científicos de todo el mundo, los efectos del cambio climático y de usos del suelo sobre los ecosistemas terrestres son "tan evidentes", que las políticas de desarrollo regional que se planteen deberían considerar no sólo intereses económicos, sino también ambientales.Según resultados aportados por distintos investigadores, la tundra siberiana es el ecosistema que mejor resume los efectos del cambio climático. El análisis de imágenes de satélite efectuadas desde 1985, y dado a conocer en el congreso, demuestra que en buena parte de Siberia está avanzando el bosque boreal y que la fina capa de hielo que recubre esta amplia zona del planeta tiende a retroceder a causa del aumento de temperaturas en esa área. El contraste de imágenes también permite constatar, explicó Josep Canadell, secretario del programa Cambio Global y Ecosistemas Terrestres e investigador en el departamento de Ciencias Biológicas de la Universidad de Stanford, la progresiva desforestación del Planeta y la más que previsible desaparición de los trópicos y de la sabana africana para ser sustituidas por tierras de cultivo.

Sequias persistentes

"Los cambios (del cambio climático) ya están aquí", afirma Canadell. "En el futuro, fenómenos como el Niño o sequías persistentes serán más frecuentes y probablemente más intensos", advierte. La nueva información dada a conocer en el congreso sobre el comportamiento de los sumideros de CO2, que son las áreas donde se capta el dióxido de carbono atmosférico, y de sus fuentes de emisión (industria y automoción, principalmente), revelan que las prácticas agrícolas actuales favorecen la mayor presencia de este gas en la atmósfera. La desaparición de grandes masas forestales en beneficio de la agricultura supone una pérdida global de la capacidad del planeta para absorber CO2. La situación es crítica en la selva amazónica o en las áreas tropicales de la China o la India, donde la producción de cereales se ha doblado en pocos años.Según se ha puesto de manifiesto en el congreso de Barcelona, al ritmo actual de crecimiento industrial y de extensión de la agricultura, estos grandes sumideros de CO2 podrían desaparecer en menos de 50 años. Como consecuencia, se daría un drástico aumento del CO2 atmosférico y una aceleración brusca del proceso de calentamiento global que sufre la Tierra.

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