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Reportaje:

El gigante vencido

Una exposición itinerante muestra la transformación de la sierra de Guadarrama a lo largo de este siglo

Pastores y ganaderos todavía quedan algunos, pero habría que premiar a quien fuera capaz de encontrar entre los moradores de los pueblos de Guadarrama a un hachero, carbonero, carretero, molinero o tejedor de lino. Ahora, las profesiones de constructor, albañil, camarero o comerciante han sustituido a los oficios tradicionales de la zona. De su presencia en los pueblos y valles serranos da cuenta gráfica la exposición La sierra cambia, organizada por el Centro Nacional de Educación Ambiental (Ceneam), que desde ayer recala en Las Rozas, después de pasar, a principios de este mes, por el castillo de Manzanares el Real, montada por la asociación de padres de alumnos del colegio Virgen de Peña Sacra. Esta muestra busca enseñar a escolares y demás curiosos el, ayer y hoy de una de las principales áreas de recreo de los madrileños e inculcarles el respeto por la naturaleza.En 24 paneles temáticos se resume la historia de la sierra, hoy familiar y cercana, pero cuyos picos infundieron respeto y temor incluso a los propios serranos hasta bien entrado el siglo. "Si yo fuera hombre independiente, sin mujer y sin hijos, compraría una burra como la de usted y me iría a recorrer estas montañas hasta descubrir todos sus misterios", le decía un paisano en 1836 al viajero inglés J. Burrow.

La fotografía, es el hilo conductor para explicar el proceso de invasión de Guadarrama. Primero por los científicos, luego por montañeros y escaladores de las sociedades deportivas. Pero la definitiva llegó en los sesenta, cuando el seiscientos y la N-VI desvelaron sus secretos a los turistas y cambiaron definitivamente s u Fisonomía. El gigante de piedra ya no imponía a nadie. Las viviendas de granito y teja curva dieron paso a chalés de todas las formas y estilos imaginables; la red de embalses sustituyó a las caceras -intrincado complejo de acequias de la Edad Media-; desaparecieron los cultivos de secano, y la reforestación y la caída de la ganadería permitieron la extensión de los pinares y la recuperación de melojares, encinares y matorrales. Por cambiar, cambió hasta la tradicional comida campestre y en un apartado se contrasta el cesto de mimbre, el porrón, la sartén y las tacitas de porcelana con la nevera de plástico, vasos y platos de papel y la botella de agua.

Como telón de fondo, la llamada de alerta sobre los peligros que acechan al entorno natural. Desde 1930 algunos enclaves de la zona, como La Pedriza, el pinar de la Acebeda o las lagunas y el circo de Peñalara, fueron declarados sitios y monumentos naturales de interés nacional, y en 1978cuenca alta del Manzanares. Pe ro el fuego, la dejadez, la erosión y el despilfarro de los recursos naturales -el consumo de agua por persona se ha multiplicado por 25 desde mediados del siglo pasado- son los enemigos de la zona. La sierra cambia. Ayuntamiento de las Rozas (plaza Mayor, l); hasta el 27 de marzo. Desde el 27 de abril, en la casa consistorial de Tres Cantos.

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