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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Candidato / candidata

LOS AFILI ADOS del Partido Socialista de Euskadi (PSE) -unos 9.000- tendrán hoy ocasión de elegir a su candidato a lehendakari. En las elecciones de 1996 obtuvieron 295.000 votos, lo que da una proporción de unos 35 votantes por cada militante. El objetivo de las primarias es -según el secretario general del PSOE, Joaquín Almunia- favorecer una mayor identificación de los electores con sus candidatos. Si es así, el éxito del experimento que hoy se inicia deberá medirse por su eficacia para suscitar esa identificación que los mecanismos tradicionales de selección de candidatos no garantizan.Las direcciones de los partidos se han resistido siempre a renunciar a ese poderoso mecanismo de control interno que es la selección de candidatos y elaboración de las listas. Podría pensarse que los dirigentes son los más interesados en acertar en la elección de los mejores candidatos, pero no siempre es así. Problemas de reparto de poder, compromisos entre dirigentes y, sobre todo, criterios de fidelidad suelen interferir en la selección. El procedimiento de elección directa de los candidatos aspira a sortear esas interferencias.

Esta primera experiencia ha permitido ensayar el procedimiento y descubrir algunos de los problemas que plantea. Rosa Díez, consejera de Turismo del Gobierno vasco, se postuló argumentando que se consideraba la persona con mejores expectativas de voto de entre los candidatos probables. De las vanas fórmulas posibles para oficializar su candidatura, eligió la de las firmas de apoyo. Recogió 1.600, incluyendo las de los principales dirigentes del partido en Álava, pertenecientes al sector derrotado en el reciente congreso del PSE. Esos apoyos, más la evidente popularidad social de Rosa Diez, alarmaron al otro sector, temeroso de que unos buenos resultados electorales de la candidata fueran interpretados como un referéndum en su favor y una desautorización del nuevo secretario general, Nicolás Redondo Terreros.

La consecuencia fue que sus partidarios obligaron a Redondo a presentar su propia candidatura, en contra del criterio que él mismo había reiterado previamente. Dado ese paso, el siguiente fue sugerir que, una vez en la batalla, sería desastroso que Redondo no fuera el vencedor, porque, a estas alturas, una victoria de Rosa Díez significaría la desautorización expresa del secretario general. Es decir, argumentos internos, de reparto de poder: justamente lo que se quería evitar con las primarias. Rosa Díez es, seguramente, la consejera del Gobierno vasco más popular después de Atutxa, y tal vez la dirigente socialista que ha mantenido un discurso más coherente en relación a ETA. También es probablemente la candidata que mejor conecta con el votante tipo del PSE y la que obtendría más votos. Si no gana será porque otros criterios, seguramente legítimos, se han impuesto al de elegir al mejor candidato (o candidata).

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