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Un alcalde a prueba

Cárdenas se juega en la Ciudad de México sus aspiraciones presidenciales

Juan Jesús Aznárez

"Dicho sea con todo respeto, señor procurador: ¿quién lo golpeó? ¿No le habrán asaltado?". El moretón aposentado en la cuenca del ojo derecho y el pómulo correspondiente del fiscal Samuel del Villar llamó la atención durante la rendición de cuentas del jefe de gobierno de Ciudad de México, Cuauhtémoc Cárdenas. "No, no, me operaron la nariz", aseguró el procurador de justicia del Distrito Federal. El periodista atribuía las lesiones exhibidas por el lucero del fiscal a un puñetazo, al hampa de esta colosal urbe de cerca de 19 millones de habitantes y más de cien bandas de delincuentes, un castigo que Cárdenas prometió atenuar hace tres meses, durante su investidura como primera autoridad de la capital. El éxito o el fracaso de su gestión determinará sus aspiraciones a la jefatura del Estado en las presidenciales del año 2000.El político que forzó una apertura democrática en México y aspira a su presidencia declaró haber encarrilado el cumplimiento de esta y otras promesas, pese a las limitaciones presupuestarias impuestas por un despilfarro que atribuyó a las anteriores administraciones.

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Los males de Ciudad de México son antiguos, variados y profundos, y por tanto, apenas perceptibles los triunfos esgrimidos por un político que, electo hace siete meses, llegó al cargo con un respaldo político sin precedentes. En una comparecencia ante la Cámara de Diputados, el hijo del general Lázaro Cárdenas destacó que las denuncias por delitos violentos han disminuido un 8,4% desde el 5 de diciembre, fecha de su toma de posesión; procede a una depuración de los cuerpos policiales; han sido rehabilitadas mil patrullas, y funciona la experiencia piloto de Colonia Centro, donde policías y agentes judiciales ensayan una estrecha colaboración contra el delito.

Poca cosa, discutible y de cobertura limitada, sostiene la oposición. No desconoce Cuauhtémoc Cárdenas la trascendencia del reto asumido: "Si aquí no se hace un buen trabajo, sería absurdo pretender otros, cargos políticos".

Además de las acometidas de agua potable o electricidad, mejores transportes y la prometida creación de empleo o albergues para niños abandonados e indígenas inmigrantes, la inseguridad es uno de los problemas fundamentales de la capital federal, y quizá el asunto de mayor relieve público. De acertar con las soluciones, Cárdenas quedaría entronizado. Bien lo sabe la oposición, que ya le salió al paso. Le reprochan ineficacia, pasividad, desorientación e incumplimiento de compromisos de campaña. "¡Haga algo ya! Aquí mismo, fuera de la Cámara de Diputados, a muchos nos han asaltado, y hasta con lujo de violencia", le increparon el 23 de febrero legisladores del conservador Partido de Acción Nacional (PAN) y del oficial Partido Revolucionario Institucional (PRI), que gobernó México y su capital durante los últimos 68 años. "La ciudad está como un barco sin rumbo y sin dirección por falta de timón", protestaron.

El socialdemócrata Cárdenas, fundador del Partido de la Revolución Democrática (PRD), que ganó el Distrito Federal abrazado a la bandera de la decencia, pide tiempo y medios para reordenar democráticamente el caos ciudadano, reducir la contaminación y los tenderetes, crear mecanismos de consulta popular y cumplir con su programa. "Al comienzo no teníamos capacidad para tomar decisiones, pues a pesar de que la Administración pasada nos proporcionó información, no teníamos toda la que requeríamos", dijo. Aunque reconoció errores en el nombramiento de varios jefes policiales, cuyos antecedentes se demostraron turbios, Cárdenas denunció haber heredado un déficit superior a los 119 millones de dólares (17.850 millones de pesetas) y una escasa capacidad de endeudamiento, pues las anteriores administraciones de la Ciudad de México, según las auditorías, hicieron de la corrupción su patrón de comportamiento. El pasado 7 de enero fue descubierto un fraude de 595 millones de dólares, supuestamente cometido en 1995 por altos funcionarios. Cárdenas pide más dinero, y advirtió de la suspensión de obras de infraestructura prioritarias si el Congreso no autoriza la nueva financiación.

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Para algunos analistas no basta con mirar atrás y llegó la hora de exigir resultados. Carlos Castillo cita al jefe de Gobierno mostrándose como víctima: "Creando uno, dos o tres lagrimeos para que el coro de sus llorones magnifique el llanto y consiga compasiones que permitan disimular errores o ilegalidades". Los auditores encontraron razones para el llanto durante el escrutinio del período dirigido por Oscar Espinosa, del PRI, y fueron tantas las irregularidades y delitos mencionados que remediarlos llevará mucho más tiempo que los tres meses transcurridos desde que el líder del PRD asumió el mando del avispero.

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