Frustración
Écija es plaza de tercera, pero ha sido canto y seña de grandes corridas de toros y de sonados triunfos de las primeras figuras. Pues ya no queda nada: el público es como todo, fácil y bullanguero, y ayer salieron al ruedo seis novilletes dulces, nobles y mansos, impropios de la historia taurina de esta localidad. Para colmo de males, los tendidos pidieron con insistencia la vuelta al ruedo del quinto, un novillo novilísimo en la muleta, pero manso de libro en el caballo.El presidente tampoco tiene justificación alguna; es una figura decorativa que ni manda, ni quiere problemas, ni vela por pureza alguna.
¿Y los toreros? Dicho queda que los toros eran nobles y dóciles; es fácil deducir el ánimo de los toreros si se tiene en cuenta que hasta la faena de muleta al quinto no hubo una tanda ligada a cargo de Jesulín de Ubrique, que supo aprovechar la suavísima embestida de su oponente en muletazos largos con ambas manos. La bicha no pudo ser completa: alargó la faena innecesariamente y la culminó rematadamente mal con la espada. La gente, eufórica después de tanto aburrimiento, casi se lleva el todo a su casa. Fue, sin duda, lo mejor de Jesulín, que es torero seguro y sobrio, pero también aburrido y superficial.
Núñez /Jesulín y Finito, mano a mano
Toros de Joaquín Núñez, chicos nobles y dóciles; al quinto -noble, pero manso- se le dio la vuelta al ruedo inmerecidamente. Jesulín de Ubrique: pinchazo y casi-entera (ovación); estocada (oreja); cuatro pinchazos -avisos-,estocada (ovación). Finito de Córdoba: pinchazo y estocada baja (oreja); estocada baja (ovación); aviso, un pinchazo y estocada (oreja). Plaza de toros de Écija (Sevilla). 1 de marzo. Casi lleno.
Al menos, eso fue lo que demostró en su primero, al que toreó sobrado de facultades, pero como un autómata. En el tercero, muy soso, estuvo aburrido y pesado, como suele ser habitual entre las figuras.
Reapareció Finito y decepcionó a sus muchos partidarios. Se fue porque perdió el sitio, pero da la impresión de que aún no lo ha encontrado. Ayer, se afanó y no consiguió emocionar. Antes al contrario, frustró de nuevo a sus aficionados, que volvían a ver a un torero con pocas ideas. Se le pueden perdonar fallos en su reaparición, pero no que no diera una a derecha. Se mostró muy inseguro toda la tarde. Con el capote fue una caricatura de sí mismo -tampoco Jesulín brilló nada en los primeros tercios-, y con la muleta quiso y no pudo; desconfiado, muy acelerado, sin profundidad ni reposo, le traicionaron los nervios en su afán por demostrar lo indemostrable.
Desordenado en su primero, se justificó ante el parado cuarto y sólo consiguió unos derechazos largos y templados al final de una pesada porfía en el último. Un balance pobre a pesar de las dos orejas y su salida a hombros.Écija ANTONIO LORCA
Babelia
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