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Puerto Rico, dividido tras el respaldo dado por Clinton a la integración

Puerto Rico debatió ayer con pasión las declaraciones en las que Bill Clinton se declaró a favor de que la isla celebre un nuevo plebiscito sobre su futuro y termine convirtiéndose en el 51º Estado de la Unión. La Cámara de Representantes de EE UU votará el 4 de marzo un proyecto de ley -el 856- que propone que Puerto Rico sea autorizado a celebrar este año una tercera consulta.

Los 3,8 millones de puertorriqueños volverían a tener tres opciones como en 1967 y 1993: mantenimiento de la actual condición de, Estado Libre Asociado, independencia o plena integración en EE UU. Si optan por la incorporación a EE UU, el Congreso abriría un proceso para que se materialice en el año 2008. No obstante, el Congreso se reserva el derecho a aceptar o rechazar la petición de incorporación de Puerto Rico en función de "los intereses nacionales" de EE UU.El resultado de una nueva consulta podría ser favorable a que la isla sea el 51º Estado. En la de 1993, el mantenimiento de la actual situación obtuvo el 48,6% de los votos, la plena integración el 46,3% y la independencia el 4,4%.

Clinton pidió el lunes a la Cámara que vote a favor de la celebración de la consulta y añadió que no hay que temer la incorporación de un nuevo Estado de lengua y cultura hispanas. Esas declaraciones, escribió ayer El Nuevo Día, "fueron las más categóricas que presidente alguno haya hecho".

Los seguidores del gobernador Pedro Roselló y del mayoritario Partido Nuevo Progresista, PNP, se regocijaron por la toma de posición del presidente norteamericano. "Clinton ofreció una visión de lo que debe ser EE UU cara al nuevo siglo: un país plural", dijo Roselló.

Carlos Romero Barceló, congresista sin voto de Puerto Rico en la Cámara de Representantes, afirmó: "Clinton dio a entender claramente que Puerto Rico no tiene por qué perder su idioma ni su cultura al convertirse en Estado. Habló de un EE UU multiétnico, multirracial y multicultural".

Los partidarios de la plena integración señalan que, si bien los puertorriqueños tienen pasaporte norteamericano, no pueden votar en las elecciones presidenciales de EE UU y no están representados en el Senado.Creen que ha llegado la hora de que se conviertan en ciudadanos de pleno derecho sin perder su identidad lingüística y cultural.

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Pero tanto los partidarios del Estado Libre Asociado como los defensores de la independencia criticaron a Clinton por "intervencionista". El Partido Popular Democrático, el principal de la oposición, siguió defendiendo el mantenimiento de la situación actual. Los líderes del Partido Independentista Puertorriqueno coincidieron en señalar que "lo único que pretende Clinton es conseguir el voto latino en EE UU".

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