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El tópico arrasa en carnaval

Los disfraces más tradicionales copan el baile del Círculo de Bellas Artes

Los elegantes salones del Círculo de Bellas Artes no dejaron pasar el frío, uno de los enemigos recurrentes del carnaval madrileño. Apenas había terminado el desfile, que había dejado helado a medio carnaval en la plaza Mayor, cuando por la esquina de la calle de Alcalá con la de Casa Riera ya se veían llegar los primeros romanos. Iban a participar en el gran montaje Ascensión y decadencia de Roma, motivo este año del tradicional baile de máscaras del Círculo. Pero no fue, precisamente, el disfraz de romano el más abundante en la madrugada del domingo. Hubo abundancia de caperucitas rojas, enfermeras, grouchos marx, indianas jones, soldados franceses, picadores goyescos, moros, cristianos, filibusteros, travestidos, toda la corte de un faraón, napoleones, dráculas, unas cuantas escarlatas o'haras, chicas charlestón, indias, payasos, 15 o 20 zorros -alguien debe ver en el antifaz del bandolero californiano la idea genial para el disfraz-, cosacos, piratas... Es decir, disfraces que se repiten año tras año para mayor negocio de las tiendas de alquiler.Se agradecía la imaginación. Una pareja iba de cuarto de estar: sobre un sillón de orejeras, un viejo sentado mirando la televisión. Una cuadrilla de astronautas rusos a los que no les faltaba un detalle: uno de ellos había conseguido capturar en Internet los escudos de la web de la agencia espacial rusa y los había estampado con mimo sobre los uniformes. Rafa Notario y Bruno Galindo empezaron a calentar el ambiente del gran salón de baile pinchando a destajo música árabe, mantra, gnawa marroquí o raï argelino en lo que bautizaron como cous sound system.

Abajo, en el vestíbulo, otra pareja de pinchadiscos, Goofy y Rodolfo Poveda, daban la bienvenida a base de rumba, son, cumbia y guaracha. El grupo maño Los Especialistas comenzó la tanda de actuaciones. Estos chicos se han tomado a broma lo de la imagen, que no cuidan ni en un día tan propicio; sin embargo, atesoran un enorme talento musical para emparentar el Caribe con el pop y crear luminosas canciones. ¿Será su torpe aliño indumentario el causante de que no levanten cabeza a pesar de haberlo intentado ya con tres magníficos discos? Los cubanos Klimax recurrían al obvio Cuba, quiero bailar la salsa, cuando en su repertorio hay mucha más chicha.

La noche dio para tres regresos sonados. El de Glutamato Yeyé: "Ave, ciudadanos de Roma, disfrutad de esta noche de lujuria porque ya se oyen las trompetas de los cristianos", dijo su cantante, Iñaki, al empezar; el de Los Tres Sudamericanos, que no entendían muy bien qué ha pasado todos estos años, y el de Luixi Toledo, que venía de Marte.

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