Más acero
No saber dónde está exactamente Irak no es razón suficiente para no bombardearlo, piensan algunos norteamericanos que están tomando ahora un martini en el bar del Waldorf Astoria. En realidad hoy se aprende geografía vaciando primero la tripa de los aviones y mirando después dónde han caído estos excrementos de acero. Sucedió algo parecido hace varios años. En los salones del Waldorf Astoria se celebraba una convención de vendedores de una multinacional, y en medio del bailoteo y de las sonoras carcajadas se produjo la noticia: en un ataque nocturno por sorpresa los aviones invisibles norteamericanos habían bombardeado Trípoli con el único objetivo de romperle la cresta al gallo Gaddafi. Entre la multitud de agentes comerciales reunidos no se observó ningún estupor, sino tan sólo esta pregunta metafísica: ¿existe realmente Trípoli? Y, si existe, ¿en qué lugar del planeta se halla? Al instante, alguien despejó la duda. Si nuestros muchachos lo han bombardeado, Trípoli existe. En ese momento comenzaron a repartirse mapas en Nueva York confeccionados expresamente de forma precipitada para la ocasión. Los norteamericanos señalaron conel dedo en la misma dirección que habían ido las bombas.Puede que ahora tampoco sepan muchos dónde está Irak ni el motivo exacto por el cual los norteamericanos desean aplastarlo de nuevo. Algunos no ignoran que en ese lugar se hallaba el paraíso terrenal, la primera fuente de la inocencia humana. Después crecieron allí ciudades que turban aún nuestra memoria: Babilonia o Nínive, cruzada por ríos sagrados. No importa. Eso es literatura. Contra la insensibilidad, intereses, conformismo, sumisión e ignominia de nuestro Gobierno y de nuestra sociedad sólo hay que señalar que el pueblo de Irak está en el corazón de las personas decentes. Ése es el punto estratégico que va a ser bombardeado, nuestro verdadero mapa interior. No protestar contra esta matanza aséptica, quirúrgica y fría que puede ser inminente es estar muerto.
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