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NARCOTRÁFICO Y CORRUPCIÓN

Pacto de no agresión de los 'capos' mexicanos

Una 'narcofederación' controla con sobornos a políticos y matones armados la distribución de drogas hacia EE UU

Juan Jesús Aznárez

Al no haber podido destruirse entre sí, el violento cártel de los hermanos Benjamín y Ramón Arellano Félix y el dirigido por Miguel Caro Quintero han suscrito una narcofederación que opera en México y Estados Unidos, determina las rutas en la distribución de drogas y armas, corrompe a políticos y funcionarios, y cuenta entre sus filas a pandilleros, matones a sueldo, y mercenarios que adiestran en el manejo de armamento. Informaciones divulgadas en México por la DEA (Agencia Antinarcóticos de EE UU), explican el nacimiento de la federación. Los Arellano Félix, con base en Tijuana, ocupan el segundo lugar en la clasificación de carteles mexicanos, liderada por el imperio de Amado Carrillo Fuentes, el señor de los cielos, a quien se da por muerto. El tercer lugar es para el cartel de Caro Quintero, del Estado de Sonora.Los hermanos Arellano Félix, según el informe, pagan semanalmente un millón de dólares (más de 150 millones de pesetas), por el silencio o la activa complicidad de funcionarios mexicanos encargados de administrar justicia. El fiscal antidrogas de México, Mariano Herrán Salvati, ha puesto de manifiesto las complejidades del combate contra el narcotráfico. Un total de 803 de los 1.512 agentes de su departamento serán dados de baja al comprobarse que no son aptos para el servicio después de haber sido sometidos a cinco exámenes, uno de ellos antidóping y los otros sobre honradez en el desempeño del cargo.

La nueva asociación delictiva, que ha penetrado en las estructuras del Estado y mueve miles de millones de dólares a lo largo de una una frontera de 3.200 kilómetros, ha fijado sus reglas. Los capos de las dos bandas deciden conjuntamente las operaciones de contrabando en EE UU, manejan la compraventa de cocaína, heroína y marihuana en el mercado internacional, y mantienen el control de los movimientos de droga. Conservan asimismo los contactos políticos de alto nivel que amparan el negocio, en el que participan sindicatos familiares para trasladar, vigilar y distribución los alijos. La federación -que cuenta con todo un escalafón de capos, jefes de división, vigilantes de frontera y sindicatos asociados- suministra mercancía a las bandas norteamericanas de California, Arizona, Tejas y Nevada.

Los Arellano poseen una compleja red de comunicaciones en varias ciudades de México, y un sistema de espionaje en las instancias nacionales de seguridad. Además del soborno, o el asesinato de quienes no lo aceptan o estorban, la mafia utilizan barredores de frecuencias y equipos para interceptar "líneas seguras" y teléfonos celulares, y utiliza un arsenal de armas modernas, según asegura la DEA. Este organismo y el FBI establecieron una unidad conjunta en San Diego (en el Estado norteamericano de California) contra el narcotráfico y el lavado de dinero de los dos hermanos en el sur de EE UU.

La coalición de intereses de los dos grupos fue precedida de una lucha a muerte por el control del negocio, que concluyó sin vencedores ni vencidos, y fue sustituido por el reparto de funciones y áreas.

México, cuyos esfuerzos contra el narcotráfico serán probablemente certificados por EE UU en fecha próxima, se ha convertido en plataforma de todo tipo de drogas, y en uno de los principales puntos de blanqueo de dinero del mundo: 30.000 millones de dólares al año, según el organismo francés Observatorio Geopolítico de las Drogas.

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