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Lucro de las contratas y falta de instrucciones, según CC OO

Los árboles ornamentales componen la gran decoración vegetal de Madrid, con unos doscientos mil ejemplares. La mitad de ellos se encuentra desplegada, en el casco urbano. La poda anual de aproximadamente uno de cada diez de estos árboles genera un millar largo de toneladas de madera y otro tanto de follaje.La poda consiste en eliminar selectivamente ramas o fragmentos de ramas que crean peligro vial o bien obstaculizan el desarrollo y la belleza natural de la planta. Se realiza con motosierras o hachas, y en ocasiones desde grúas articuladas.

En Madrid, la responsabilidad de la poda corresponde a las 21 juntas municipales de distrito; a través de sus departamentos de Vías Públicas, dirigidos habitualmente por aparejadores o ingenieros de Obras Públicas, se controlan siembras, podas y talas. En las 2.200 hectáreas de la ciudad, estas tareas son encomendadas a seis contratas: FCC, Cespa, Licuas, Eulen, Viveros Rada y Sufisa. En conjunto, aseguran tener setecientos operarios para estos menesteres.

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Podar contra los árboles

El Ayuntamiento de Madrid cuenta a su vez con unos trescientos empleados de parques y jardines. Así, cada operario tendría asignadas dos hectáreas largas de espacio verde o arbolado, equivalentes a dos campos de fútbol.

Para Tomás Lorenzo, oficial de jardinería y sindicalista de Comisiones Obreras, el Ayuntamiento no vigila el cumplimiento de los pliegos de condiciones previamente pactados con las contratas. "Sus operarios", dice Lorenzo, "apenas son formados por las empresas en estas técnicas o, si las conocen, se les obliga a aplicar métodos incorrectos, derivados de la sed de ahorro y lucro de los contratistas".

Dos horas, mínimo

"Una buena poda es una tarea que puede llevar dos horas", afirma, "pero hay podas, como en la calle de Caramuel -verdaderos desmoches-, que en un cuarto de hora han sido despachadas. No es lo mismo hacer en una mañana diez podas que cien. Esa diferencia es dinero", destaca Lorenzo."El problema en Madrid fue que entre 1989 y 1994 la poda, incluso la exigida por la seguridad de tránsito, se abandonó. Como consecuencia de ello se produjeron algunos hechos luctuosos tras las caídas de ramas, así como excesos de molestias por crecimiento incontrolado de ramas sobre viviendas o edificios", subraya el oficial de jardinería.

Partidarios de podas severas y proteccionistas enconaron sobremanera sus actitudes. Se deformaron los perfiles de un problema que aún tiene solución: podar los árboles ornamentales con técnicas ornamentales, no con la severidad aplicada a los frutales.

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