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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Profesores

Durante los primeros días del mes de febrero apareció en su diario una información relativa a la situación que en el Instituto de Enseñanza Superior Marqués de Santillana de Colmenar Viejo (Madrid) se produjo en torno a una profesora de lengua y literatura, doña Enedina Sánchez; la conclusión final de la noticia era que dicha profesora suspendía muchísimo, casi el 80% de su alumnado, y que había pedido una baja médica. También se informaba que el APA (Asociación de Padres de Alumnos) del centro había intervenido en todo este asunto apoyando a los alumnos. Sin conocer otros datos más concretos y sin ningún ánimo corporativista, como profesora que durante 18 años ha ejercido la docencia en diferentes institutos de bachillerato del territorio nacional, buena conocedora del sistema educativo, me gustaría realizar una reflexión en voz alta, muy alta, que espero llegue a las autoridades educativas y a los padres, y no sólo a los de Colmenar Viejo.Todo nuestro colectivo docente está más que acostumbrado a noticias de esta naturaleza y aún más duras también. Para las autoridades educativas seguro que llueve sobre mojado; la Inspección escucha a las partes (padres, alumnos, profesores) y después decide: lo que decide es no hacer nada y que el profesor se harte y, presionado por las circunstancias, el cansancio moral, el desánimo que cala hasta los huesos, la suspicacia de sus compañeros, la precariedad cultural y falta de horizonte a que huele toda la noticia, pida la baja médica, y tantas otras cosas, también muy conocidas por nuestro Cuerpo de Enseñanza Secundaria, esto es, los catedráticos y agregados de bachillerato de toda la vida, de siempre, pues ya hasta parece que se evita públicamente pronunciar sus nombres.

¿Cuál es el argumento profundo de todo este lamentable asunto? Los suspensos. No importa que la profesora esté actualizada en su metodología, en su didáctica, que tenga experiencia, vocación, entusiasmo, que exija, es decir, que enseñe; lo que importa es que suspende. Y los padres de esta generación que nos ocupa de 12-16 años no quieren problemas (y eso que ya no hay que estudiar en verano, pues los exámenes de septiembre -cediendo a sus presiones- se han eliminado de la Enseñanza Secundaria Obligatoria (ESO). No quieren dedicar algo de su tiempo diario (¡qué digo!, semanal) a hablar con sus hijos, a interesarse por lo que hacen o no hacen, por lo que estudian, esto es, ayudarnos algo en nuestro trabajo que tan dignamente ejercemos; no. Quieren que tengamos a sus hijos vigilados, custodiados, de nueve de la mañana a seis de la tarde, que coman con nosotros en el instituto en vez de con ellos, que el sábado también esté el centro a su disposición, que las vacaciones sean más cortas... y un largo etcétera.

Lo que desean es que el Estado Padre Hacedor eduque a sus hijos y, por delegación, ese cometido recae en nosotros, los docentes, pero solos ante el peligro. El Estado proporciona la enseñanza obligatoria de forma gratuita, pero la educación es muy costosa para todos.

Aunque no conozco a Enedina Sánchez, siento el problema como mío y le recomiendo que pida el alta médica ya. La pelota de este partido está en los padres y en el Ministerio de Educación, por este orden.- Doctora y catedrática del IES Aldebarán.

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