Sectores ultranacionalistas portugueses atacan la invasión y cultural y económica de España
La invasión cultural española que habrá en la Expo 98 de Lisboa ha desatado una nueva oleada de antiespañolismo entre los sectores nacionalistas más radicales y conservadores de Portugal. La amenaza española no sólo procede de la invasión económica, surgida tras la integración europea y la desaparición de las fronteras, sino también de la cultura. El socialista Sebastiâo Lima Rego, jurista y actual directivo de la Alta Autoridad para la Comunicación Social, reconoce que "el anticastellanismo saludable fue siempre un factor de integración del independentismo portugués".
Anacrónico para muchos y absolutamente de actualidad para los autocalificados de patriotas, el debate sobre el antiespañolismo ha vuelto a resurgir estos días en casi todos los medios de comunicación lusos. Los grupos y asociaciones más conservadores del país (la Sociedad Histórica para la Independencia de Portugal, el Movimiento Diez de Junio, la Asociación para la Defensa y el Progreso de Portugal o el Grupo de Amigos de Olivenza) han aprovechado la ocasión para lanzar sus proclamas contra "el nuevo peligro español", un asunto que ha sido tema de portada en Pública, suplemento dominical del diario Público. A su juicio, la amenaza es evidente y no soportan la invasión de productos españoles, la transmisión de partidos de la Liga, la ensenanza del castellano en las escuelas, que sus mujeres lean el ¡Hola! o compren en Zara.El presidente del Grupo de Amigos de Olivenza (localidad extremeña reclamada por Portugal), Humberto Nuno Oliveira, considera que esta ofensiva "expansionista de España ya no es militar, como antiguamente, pero sí económica y cultural". El profesor Manuel Vieira Pinto, de la Asociación para la Defensa y el Progreso de Portugal, asegura: "Estamos sufriendo un proceso de integración en España, propiciado por nuestra inclusión en Europa y por estar rodeados de ese país sin la retaguardia colonial del pasado", con el riesgo de "perder incluso nuestra propia lengua". Ante esa supuesta avalancha, el coronel Caçorino Días, presidente del Movimiento Diez de Junio, llama al boicoteo: "Yo defiendo que se compren sólo productos portugueses, aunque sean menos buenos y más caros".
Sin duda, estas protestas proceden de grupos muy reducidos pero con gran eco en los medios de comunicación. Sólo, tras una pequeña manifestación antiespañola, el 1 de diciembre (día de la independencia de Portugal), el primer ministro, Antonio Guterres, salió al paso de esas voces: "Nosotros no tenemos que combatir contra nadie para afirmar con valor y gallardía nuestra independencia; somos por ventura la patria más antigua de Europa".
No obstante, algunos de esos patriotas, incluido el socialista Lima Rego, han llegado a considerar como "premonitorio" un editorial del semanario Expresso, firmado en octubre por su director, José Antonio Saraiva, quien aseguraba que "si no reaccionamos, Portugal se convertirá inevitablemente en la sexta región española" (debe referirse a las consideradas históricas) al lado de Castilla, Cataluña, el País Vasco, Galicia y Andalucía.
Lima Rego reconocía a este periódico que su "patriotismo progresista" trata de alertar sobre el peligro de que "la influencia política, económica y cultural española, a través de la Unión Europea, sea demasiado asfixiante y acabe por vencer las defensas nacionalistas portuguesas". Es más, está convencido de que España pueda anexionar o integrar a Portugal como una región más "dentro de una o dos generaciones".
El sociólogo y ex ministro socialista de Mario Soares, António Barreto sostenía recientemente en el diario Público que "los términos 'patria', 'patriota' y 'patriotismo' son traicioneros". "Debo decir que me afligen desde hace muchos años", añadía. "En su acepción corriente, con o sin la calificación de saludable, acompañan siempre a fenómenos desagradables. Sugieren la exclusión, suscitan lo irracional, fácilmente justifican la opresión y constituyen una de las más ricas fuentes de prejuicios. No hay despotismo ni racismo que no se fundamenten en el patriotismo".
"Nacionalismo paleto"
El periodista y analista político Miguel Sousa Tavares explica que la polémica sobre la invasión española durante la Expo 98 "ilustra una de las peores facetas de los portugueses: un nacionalismo espúreo, paleto y dislocado, detrás del cual se esconde, casi siempre, nuestra vieja propensión a disculpar la mediocridad propia con los abusos ajenos". Sousa Tavares sostiene que "el mal del nacionalismo dislocado no es sólo ridículo, sino contraproducente", porque se pierde en los ultrajes a los símbolos de la independencia frente a Castilla, "mientras dejamos pasar, de hecho, lo que es esencial y contencioso en nuestras relaciones con España".En una carta al director del diario Público, el lector Miguel Lencastre, del Movimiento Diez de Junio, afirmaba el jueves: "Al leer estas noticias [la polémica sobre la invasión], yo, que pertenezco a este grupo de dinosaurios, sub raza portuguesa en vías de extinción, antiguamente denominada patriota y hoy apellidada de reaccionaria / retrógrada, me estremezco, me preocupo y permanezco alerta". Y advierte contra la estrategia española: "¿Cuál será el próximo paso?".
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