Ojalá
De nuevo tengo uno de mis sueños, imposibles, que me apresuro a compartir con ustedes, por si les interesa y se ponen a soñarlo también, de modo que, soñando sobre soñado, nos despertemos con el sueño convertido en realidad.Sueño con una Euskadi en donde mis amigos vascos puedan vivir en paz y con alegría, ser cultos y divertidos e ingeniosos, comer y beber sin que les amargue su vida la hez de los que se dicen patriotas vascos, y sin tener que examinarse de ídem a todas horas, pudiendo ir incluso, en dicharachera peregrinación, de vez en cuando, a venerar la tumba del cantante Luis Mariano; es decir, sin que nadie amenace su sentido del humor y del amor con el sentido de la muerte, ni siquiera con el sin sentido de verse obligados a hacer permanentes genuflexiones ante el árbol de Gernika.
Sueño con un País Vasco que se despierte, el día de las próximas elecciones, con 0 (cero patatero, cero pelotero, cero de repudio) votos para la caverna de Herri Batasuna: en donde, libremente, cada ciudadano vote contra los asesinos porque los considera tales, asesinos, y por consiguiente, sin proyecto político que ofrecer. Que no maten los ciudadanos a través de las urnas, metiendo papeleta de HB.
Pero sueño, sobre todo, con un País Vasco en el que, el día de las elecciones, un buen número de afiliados le hagan tremendo corte de mangas al PNV, por su costumbre de la doble cara, la doble declaración, la doble doblez: por jugar con hipocresía de meapilas a lo uno y a lo otro, y luego a todo lo contrario. Por electoralismo zafio y, lo que es peor, culpable. Por envalentonar a las alimañas con su permanente actitud de retaguardia salvadora frente a "los de Madrid" o los de "allá abajo".
Como ven, más que soñar, estoy Blancanieves perdida.
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