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La reforma topa en Francia con la resistencia de los profesores

El ministro Claude Allègre desencadena las huelgas

"Francia es un país demasiado conservador para aceptar una reforma. Sólo admite revoluciones". La frase es del ministro francés de Educación, Investigación y Tecnología, Claude Allégre, que ha desencadenado los primeros movimientos de protesta contra el Gobierno de Lionel Jospin al esgrimir varias ideas: Francia ha construido "una escuela de todos pero no la escuela para todos", hay que pasar de "los objetivos cuantitativos a los objetivos cualitativos" y los sindicatos docentes deben tener en cuenta que "hoy el principal terreno de combate ya no es el presupuestario".Allègre llegó al cargo declarando de entrada que "el mamut necesitaba una cura de adelgazamiento". El mamut es la Education Nationale, la mayor partida presupuestaria del Estado, que ha ido creciendo a medida que crecía el número de alumnos y profesores, pero que ahora, cuando la demografía envía menos jóvenes a las escuelas, se niega a revisar la situación.

El ministro quiere que los puestos en los institutos no dependan exclusivamente de un organismo centralizado y controlado por los sindicatos, sino de los poderes locales y, sobre todo, del director de cada centro. "Quiero saber qué pasacon ese 12% de cursos que, por imprevisión administrativa o absentismo, no siempre son impartidos" ha dicho Allègre. Los sindicatos, que se servían de los destinos para premiar alos suyos, no quieren perder semejante arma de promoción y control.

Otro motivo de huelga saltó a la palestra el 20 de enero. "Por primera vez en la escuela existen dos cuerpos diferentes con salarios distintos, cuando los dos ejercen el mismo trabajo ante los mismos niños", dicen los indignados docentes que protestan. El ministro, que ha heredado la situación, les recuerda que los sueldos corresponden a la titulación (universitaria o no) y los estudios previos de los profesores.

Allègre ha enviado también a alumnos, enseñantes y centros unos cuestionarios relativos a lo que esperan aprender, enseñar u organizar en los institutos. Los sindicatos boicotean la consulta del ministro porque pretende estudiar el efecto "del crecimiento exponencial de saberes compartimentados" y porque sostiene que la cantidad de conocimientos en los programas es excesiva.

Los profesores temen que Allègre suprima o refunda materias. Eso significa que podrían peligrar algunos de los 900.000 puestos de trabajo que dependen del ministerio. Allègre habla de "formación continua". Quiere que la escuela suministre una base sólida pero que luego el ciudadano, varias veces a lo largo de su vida, pueda volver a estudiar, a formarse, a adaptar su nivel de conocimientos a la evolución del mundo.

"Hay que acabar con el corporativismo y discutir todos juntos", dice Allègre, al tiempo que habla de una "mejor gestión de los recursos humanos" o de introducir "el espíritu de empresa en el sistema educativo", términos que ponen los pelos de punta al profesor-funcionario, sobre todo cuando se le insinúa que las horas dedicadas a su propia formación profesional quedarán excluidas del horario laboral.

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