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Tribuna
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'Okupas'

Okupas, insumisos y parados, el siglo XX se despide haciendo balance del desorden que lega al XXI. Frente a los okupas, el poder empieza a actuar con contundencia porque teme el carácter contagioso de una teoría de la expropiación de lo que no se usa. Antes de los recientes desalojos de Barcelona se empezó preparando a la opinión pública con la información de que los okupas no eran jóvenes desheredados de la fortuna, sino hijos de una pequeña burguesía instalada e intelectualmente inquieta. De tal palo tal astilla, los jóvenes okupas buscarían más un sistema de vida alternativo por lo romántico que cambiar la historia. No es cierto. El movimiento okupa tiene una raíz ácrata como buena parte de los movimientos sociales originalmente espontáneos, y si inquieta es por la contaminación de teoría y práctica que puede difundir.Convergéncia i Unió y el PP tratan de solucionar cuanto antes el problema de los insumisos encarcelados y por encarcelar. En el futuro, los ejércitos mercenarios podrán cumplir las funciones de policía interior del establishment local o de gendarmería global de las multinacionales sin tener ya que disimular con banderas e himnos su finalidad economicista. La guerra del Golfo puso en evidencia el carácter de los ejércitos al servicio de las empresas petrolíferas y de la tecnoindustria armamentista, necesitada de la activación periódica del mercado de armas y del ensayo de cada generación de armamento avanzado con cobayas humanas, a ser posible periféricos.

Los parados se constituyen en sujeto histórico insurgente y contemplemos lo que sucede en Francia y Alemania como un desafío a la hipocresía de lo políticamente correcto. La subversión futura no emergerá de una filosofia total y universal de la subversión, sino como respuesta a un elemental inventario de las necesidades social y mediáticamente incorrectas.

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