La devaluación de sus monedas no impulsa las exportaciones de los países asiáticos
Cuando en julio pasado el baht tailandés y, a continuación, la rupia indonesia y el ringit malayo iniciaron su descenso a los infiernos, no faltaron economistas que anunciaran la buena nueva: los reajustes monetarios iban a traducirse antes de finales de año en una reactivación de las exportaciones, en un reequilibrio de las cuentas corrientes y, por consiguiente, en una recuperación de las reservas en divisas de estos países. En definitiva, en un reequilibrio mecánico de su economía, tal y como habían perseguido los diferentes gobiernos.
Transcurridos más de siete meses desde el inicio de las hostilidades, parece que estas predicciones tal vez fueran un poco precipitadas. Desde luego, Tailandia, el único país de la Asociación de Naciones del Sureste Asiático (ASEAN) que publica cada mes un balance de pagos corrientes, presenta desde el mes de septiembre superávit en las cuentas corrientes, lo que ocurre por vez primera desde hace 10 años.Durante el mes de noviembre, logró incluso un superávit de casi 1.000 millones de dólares (150.000 millones de pesetas). Pero ni Indonesia ni Malaisia, cuyos últimos datos trimestrales publicados corresponden al último trimestre de 1997, aún no han demostrado haber invertido la tendencia y todavía presentan unos déficit importantes.
Si nos atenemos a los datos más recientes de los intercambios exteriores de mercancías de estos dos países se comprueba ciertamente una mejora de su balanza comercial: desde el mes de octubre, Tailandia registra un superávit de entre 600 y 800 millones de dólares (90.000 y 120.000 millones de pesetas) e Indonesia entre, 1.000 y 1.400 millones de dólares (150.000 y 2 10.000 millones de pesetas). Malaisia también registra un superávit, pese a ser más volátil.
El problema es que estas recuperaciones se deben mucho más a un hundimiento de las importaciones que a una reactivación de las exportaciones, las únicas capaces de proporcionarles divisas: en Tailandia, las importaciones en dólares cayeron del 20% al 30% a finales de año. Pese a ser menor en Indonesia y Malaisia, el descenso de las importaciones tendió a acelerarse fuertemente en los últimos meses.
Pero las exportaciones resultan muy decepcionantes. En Indonesia no se observa ninguna reactivación significativa de las exportaciones en dólares, pese a la bajada de la rupia de más del 70% desde principios del mes de julio; en Malaisia tienden incluso a bajar. En cuanto a Tailandia, se muestran muy intermitentes: tras un alza de más del 11% en noviembre, las exportaciones tailandesas se estancaron en noviembre. Por tanto, salir de la crisis resulta mucho más lento y complejo que en el caso de México, que, tras devaluar su moneda en los últimos días de 1994, registró en 1995 un aumento del 35% de sus exportaciones en dólares.
Retraso en la reactivación
Es cierto que el entorno de estas economías es menos vigoroso que el que disfrutó México: sus vecinos se vieron sensiblemente menos afectados y la zona de libre cambio con Estados Unidos fue un formidable trampolín para sus exportaciones. Por otro lado, Tailandia e Indonesia exportan el 34% de sus mercancías hacia las economías asiáticas (sin incluir a Japón) y Malaisia hasta el 44%, y todas ellas se vieron afectadas por las devaluaciones de sus vecinos, cuyo poder adquisitivo se vio severamente reducido.Pero la causa del retraso aún mayor en la reactivación de sus exportaciones debe buscarse en otra parte: estas economías se desarrollaron especializándose en una parte de la fabricación de determinados productos. Las zapatillas de deporte ensambladas en Indonesia incluyen tejidos de alta tecnología producidos en Taiwan; los transistores que desde hace poco son montados en Filipinas llevan circuitos integrados fabricados en Taiwan o Malaisia; los componentes de los ordenadores ensamblados en Malaisia proceden de Corea del Sur o de Estados Unidos. El porcentaje de los productos importados en las exportaciones de estos países es considerable: varía entre el 30% en Indonesia, casi el 40% en Tailandia y hasta el 70% en Malaisia.
Durante varios meses, las empresas exportadoras siguieron produciendo con reservas de materias primas importadas antes de las devaluaciones. Pero cuando agotaron sus existencias y se encontraron con una moneda local devaluada entre el 40% y el 70% con respecto al dólar, la moneda del comercio internacional, y con unos tipos de interés del orden del 20%, estas empresas tuvieron muchos problemas para importar materias primas. De este modo, resulta que la caída de las importaciones, que en teoría económica forma parte del proceso de reequilibrio económico, bloquea la mejora de sus exportaciones. Al depender en exceso de ellas, estas economías se ven hoy atrapadas en la trampa de la célebre mundialización, que, durante 15 años, fue el origen de su fortuna.
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