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UNA PRESIDENCIA EN PELIGRO

Linda Tripp, traficante de secretos

Linda Tripp maneja habitualmente secretos. Lucciane S. Goldberg vive de venderlos. Y ambas juntas han formado un equipo demoledor. Tripp es la antigua secretaria de la Casa Blanca que grabó conversaciones privadas con su amiga y compañera de trabajo en el Pentágono, Monica Lewinsky. Goldberg es una escritora y agente literaria en Nueva York que ya más de una vez ha empleado sus armas contra los demócratas. La decisión de Linda Tripp para apretar el botón rojo de su grabadora mientras la joven Monica le abría su corazón durante los pasados cuatro meses ha dado lugar al escándalo sexual y legal en el que ahora se ve envuelto el presidente norteamericano Bill Clinton.Su decisión no fue algo espontáneo sino que respondió al instinto profesional de documentar pruebas de carácter secreto, al episodio desagradable de su salida de la Casa Blanca -fue trasladada al Pentágono por hablar demasiado sobre el caso Whitewater- y a los consejos profesionales de Goldberg.

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Linda Tripp grabó cerca de 20 horas de conversaciones. Para ella, las grabaciones representaban a la vez una espada y coraza contra el equipo que actualmente ocupa la Casa Blanca. "He trabajado en la Casa Blanca y he visto lo que ocurre cuando te enfrentas con ellos. Te aplastan", declaró Tripp ante Starr.

Los funcionarios de la Casa Blanca, que todavía se están preguntando cómo una ayudante de confianza se ha convertido en un arma políticamente letal, no tienen más que echar un vistazo a la experiencia laboral de Tripp, quien durante los años 80 manejó información altamente secreta del Ejército en unidades de inteligencia y comandos. Como asistente en la famosa Delta Force -unidades especiales de intervención rápida del Ejército de Estados Unidos- era consciente de que estar en posesión de grabaciones de secretos es crucial en un caso de crisis.

Cuando el jefe de Tripp, Vicent Foster, consejero en la Casa Blanca y amigo íntimo del matrimonio Clinton, se suicidó en 1993, Tripp insistió en precintar su desapacho y guardar sus archivos, ante el caos que siguió al suicidio. La asistente declaró ante la Comisión parlamentaria que investigó el suicidio que había utilizado su experiencia anterior para tomar dicha decisión. Tripp había llegado a la Casa Blanca durante la Administración de George Bush (1989-1992). Algunos compañeros aseguran que su sentido de la propiedad resultaba a menudo ofendido por los jóvenes e informales miembros del equipo de Clinton. Los llamaba "chivatos".

Tripp ha rechazado cualquier entrevista. Fue Goldberg quien la aconsejó grabar. "Le dije que se protegiera y le avisé de que sin una grabación nadie creería este asunto. También le avisé de que la maquinaria se pondría en marcha contra ella". Goldberg sabía de lo que hablaba porque una vez fue una pieza del engranaje. En 1972 espió para Richard Nixon durante su campaña presidencial contra McGovern y lo hizo "porque era divertido".

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Goldberg contactó con Tripp hace cuatro años para ayudar en su trabajo a un escritor que trabajaba sobre las interioridades de la Casa Blanca. Se hicieron amigas y pronto empezaron a hablar sobre la posibilidad de que Tripp escribiese un libro sobre el suicidio de Foster y la situación en la Casa Blanca con Clinton. El pasado verano Tripp confesó a Goldberg que tenía algo "explosivo". La agente literaria urgió a Tripp a grabarlo todo para protegerse de los abogados de Clinton.

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