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La Comisión y la propuesta curricular de Historia

La polémica, que no debate, desatada con motivo del anuncio gubernamental de llevar a cabo la reforma de las humanidades en la enseñanza secundaria obligatoria, y, más concretamente, por lo que se refiere a la Historia, bien merece algunas aclaraciones y no pocas rectificaciones, a tenor de algunas opiniones vertidas y no siempre contrastadas con el documento base elaborado por la Comisión de la Fundación Ortega y Gasset (Madrid). El tema central de la polémica se ha polarizado sobre qué Historia de España se debe y se puede enseñar dentro de los curricula de la ESO, como parte de los contenidos mínimos que corresponde por ley (LOGSE) para todo el territorio nacional (55%). La primera cuestión que parece necesario aclarar es lo referente a la comisión constituida en la Fundación Ortega y Gasset para elaborar un dictamen sobre el área de Ciencias Sociales: Geografía e Historia. En terminología histórica, lo que podríamos calificar como "querella de los justos títulos". Dicha comisión no representaba a nadie, ni tenía por qué, ni nunca nos hemos atribuido ningún tipo de representación. El Ministerio de Educación y Cultura pidió diversos asesoramientos técnicos. En ese sentido, la Real Academia de la Historia se ha pronunciado, así como otra serie de instituciones y personas. La Fundación Ortega y Gasset, a este fin, encargó un dictamen a una serie de expertos, la mayoría sin vinculación directa con dicha institución. Dicha comisión ha estado formada por 13 profesores. Composición plural tanto ideológica como geográficamente y con procedencia de los dos niveles educativos implicados: medio y superior. Aclaración irrelevante, puesto que en definitiva de lo que se trata es de valorar el resultado (texto), no de quién lo hizo; ni menos las supuestas "aviesas intenciones". Mal camino es escudarse en supuestos "tufillos", cuando además son radicalmente falsos. En algún caso, ciertamente minoritario, la polémica, con una clara finalidad descalificadora e incluso con irresponsables connotaciones historicistas (añejas confrontaciones interregionales), ha intentado abrir brecha por el vidrioso vericueto territorial. Parece que se parte de un determinismo geohistórico. Camino ciertamente peligroso, aunque muy en línea esencialista. Claro que, por otra parte, había personas (no representantes) en dicha comisión de casi la mitad de las comunidades autónomas. A lo largo del debate han aflorado bastantes posturas jacobinas (intervencionistas) y, por tanto, uniformizadoras (al tiempo que achacaban a la comisión de "intervencionista"), toda vez que nos han ofrecido "su" interpretación de cómo ha sido o ha dejado de ser la trayectoria histórica de España. El punto de partida de la comisión ha sido totalmente abierto: elaborar una propuesta que permitiese la pluralidad de enfoques desde todos los puntos de vista: interpretativo, metodológico, pedagógico y didáctico. Que toda explicación histórica tiene connotaciones ideológico-políticas parece evidente, pero la comisión no ha aceptado ningún tipo de consignas ni en sentido "correcto" ni en todo lo contrario. No hay ningún planteamiento ni imperialista o castellanista ni antinacionalista. Quien sostenga lo contrario debe demostrarlo con el documento en la mano, no con meras afirmaciones gratuitas. Hay un amplio muestrario al respecto. El punto de partida de la comisión ha sido preguntarse: en los curricula de la, ESO, ¿qué Historia de España se pide? y, como despliegue de lo anterior, ¿cómo se recoge dicha cuestión por cada una de las siete comunidades autónomas con competencia en esta materia? Podríamos resumir: existe una disparidad total, precisamente en la parte que debiera ser común (55%). En algunas, el siglo XIX no aparece por ninguna parte o todo el XX se embute en un solo epígrafe. La palabra España, en otros casos, aparece una sola vez. La conclusión es que con las formulaciones vigentes, en buena parte de los casos, es prácticamente imposible que el alumno salga con una visión global (independientemente de la interpretación que el profesor haga) de la Historia de España. Esta es la cuestión clave. De aquí se infiere que, cuando se produzca el traspaso de competencias a las restantes 10 comunidades, la disparidad temática (no interpretativa) se acrecentará aritméticamente. El resultado previsible al final es que nos encontraremos con 17 planteamientos diversos y, en casos, posiblemente autistas; o sea, encerrados en sus propias peculiaridades y localismos. Para formarse una opinión, lo primero que cabe exigir, máxime en un tema de tanta trascendencia, es examinar el documento en su conjunto, no reproducir mutilaciones o, lo que es peor, extraer un solo término ("unitario") de su contexto y hacer una interpretación escorada. En cuanto a la gran piedra de "escándalo", el achacar al texto un planteamiento centralista (castellanista) o españolista. Nada más alejado de la realidad. Es cierto que en uno de los objetivos (número 5) se decía literalmente: "Comprender y valorar el carácter unitario de la trayectoria histórica de España con sus diversidades lingüístico-culturales". Al respecto recordemos: "La Constitución -artículo 2- se fundamenta en la indisoluble unidad de la nación española, patria común e indivisible de todos los españoles, y reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran y la solidaridad entre ellas". Si se interpreta sin prejuicios, está claro que la comisión se ha situado en un terreno equidistante tanto de visiones centralistas a ultranza como federalistas o abiertamente separatistas (anticonstitucionales). En la introducción al texto ya aparece escrito: "La Historia de España como horizonte histórico común". Ahora bien, si se parte del apriorismo que no habido a lo largo de tantos siglos (¿desde la Marca Hispánica?) nada en común, no ha existido la más mínima unidad, lógicamente no merece la pena argumentar acerca de lo que algunos consideramos como obviedad y, en caso contrario, ¿como podría existir la diversidad si no ha existido la más mínima unidad? Por si cabe alguna duda, que la comisión no valora la "diversidad", sería conveniente (y obligado) ver también estos otros objetivos: "Participar activamente en debates, con espíritu crítico y tolerante, en tomo a problemas de carácter geográfico e histórico (...)". "Apreciar los valores inherentes a toda sociedad democrática: los derechos humanos, la libertad, la justicia, la paz, la valoración positiva de la diversidad (el subrayado no aparece en el original), el rechazo de las desigualdades, discriminaciones, marginaciones, etcétera". "Adquirir y consolidar actitudes y hábitos de tolerancia y solidaridad, valorando la diversidad cultural como riqueza (ídem) (...)". "Desarrollar actitudes de respeto y solidaridad hacia las minorías nacionales o inmigrantes (...)". "Valorar y respetar el patrimonio natural, cultural, lingüístico, artístico, históríco y social (ídem) (...)". ¿Alguien puede seguir manteniendo que la comisión no valora o simplemente tiene reticencias acerca de la diversidad, los valores constitucionales, democráticos, etcétera? Igualmente se podría desmontar -con el documento en la mano- el gratuito tópico de "memorístico". Lo que debe quedar claro es que la comisión siempte ha tenido presente que corresponde al profesorado, al pie de obra y de acuerdo con el tipo de alumnado, programar, enseñar y evaluar resultados. La propuesta de la comisión lo que persigue es que se ofrezca una visión global e integrada de la Historia de España y que se desechen visiones apriorísticas, fragmentadas y, en casos, esencialistas y descalificado ras. De cómo se articule todo esto, política y administrativamente, no compete a esta comisión.

Celso Almuiña es catedrático de Historia Moderna, Contemporánea y América de la Universidad de Valladolid. Firma este texto, por delegación, como presidente de la Comisión de la Fundación Ortega y Gasset para la Revisión de la Ordenación Académica de las Ciencias Sociales: Geografía e Historia.

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