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Tribuna:EL DEFENSOR DEL LECTOR
Tribuna
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Parados del mundo...

El movimiento de parados franceses parece haber suscitado un especial interés informativo entre quienes están en la misma situación en España. Si el correo del Defensor del Lector fuera representativo, no habría duda de que así es. Desde que se inició tal movimiento, en las primeras fechas del año, no faltan cartas de lectores que piden a EL PAÍS una información lo más completa posible sobre lo que está sucediendo en Francia con sus parados. Incluso alguna asociación de parados españoles se ha dirigido a esta sección en la creencia de que podría hacerse eco de sus reivindicaciones.A EL PAÍS no le ha pasado inadvertido el interés informativo de un movimiento que, aunque circunscrito a Francia, refleja una realidad social prácticamente universal, sentida quizá con más fuerza en los países desarrollados, principalmente en los de la Unión Europea y, dentro de ellos, en España, que sufre la tasa más alta de desempleo (3.300.000 parados, es decir, el 20,4% de su población activa). Prueba de ello es el seguimiento casi cotidiano que su corresponsalía en París ha hecho del movimiento a partir de la fecha -el pasado 3 de enero- en que salieron a la luz las primeras noticias sobre las acciones que grupos de parados venían realizando desde hacía algún tiempo.

¿Por qué quieren estos lectores una información exhaustiva sobre lo que sucede en Francia? Básicamente, por comparar. Uno de ellos -Carlos Blanco Jiménez, de Madrid- lo señala sin rodeos. "Más de uno", dice, "al leer este tipo de noticias [se refiere concretamente a la crónica del 7 de enero del corresponsal de EL PAÍS en París, José Luis Barbería, titulada La ira de los parados divide al Gobierno francés], sentimos la odiosa tentación de comparar las cifras y los datos -franceses- con los que nos afectan directamente. Por ello, estimo que la claridad expositiva debe ser modélica, ofreciendo todos los datos relativos al asunto, entre otras cosas para que cada uno de nosotros tengamos muy claro lo que tenemos y lo que -tragándonos el orgullo- deberíamos luchar por tener".

Estos lectores piden que se les informe sobre cuestiones como las siguientes: ¿cuál es el porcentaje que representa el número real de parados en Francia -algo más de tres millones- en relación con la población activa?, ¿a cuánto asciende exactamente el subsidio mínimo en Francia y cuál es el impacto que supone el aumento de 1.500 francos mensuales (unas 38.000 pesetas) que piden los parados?, ¿en qué condiciones se percibe el subsidio mínimo y qué otro tipo de ayudas se ofrecen en función de la situación personal del demandante por parte de otros organismos?

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Seguramente, todas estas preguntas tienen respuesta en las crónicas y artículos (el editorial Parados moviéndose, del 4 de enero de 1998; un perfil de los dirigentes de los parados, de Octavi Martí, del domingo 11 de enero, así como varias columnas analíticas publicadas en diversas fechas) que han venido publicándose desde el inicio del movimiento. En la primera crónica de José Luis Barbería sobre el tema, publicada el 3 de enero, se contesta a una de estas cuestiones: el número de parados en Francia representa el 12,4% de la población activa; en otra, de fecha 4 de enero, se ofrece el dato, sin duda informativamente interesante, de que el porcentaje de parados de larga duración en Francia es el 36% de los 3,1 millones de parados, es decir, 1,1 millones, aproximadamente.

Habría sido muy ilustrativo haber publicado en, algún momento un cuadro comparativo de la situación de los parados en los principales países de la Unión Europea (tipo de prestaciones, condiciones de acceso, periodos de prestación, políticas activas sobre el empleo, etcétera). Constituye una técnica periodística habitual y aconsejable cuando la información apunta a una realidad que transciende el foco concreto que genera el hecho noticioso. En todo caso, queden tranquilos estos lectores. EL PAÍS seguirá informando lo más rigurosa y ampliamente posible de lo que dé de sí ese acontecimiento que tiene lugar en Francia. En primer lugar, por el interés informativo que encierra la actuación articulada por primera vez ante los poderes públicos de quienes están en el paro o no encuentran trabajo; pero también porque esa actuación se produce dentro de un sistema económicosocial de comportamientos tan llamativos como el de revalorizar en la Bolsa a las empresas que despiden, o que necesita que millones de personas queden fuera de él para gozar de buena salud.

¿Cancha a J. M. Sala?

Un lector de Vic, Barcelona, Jaume Minguell, escribe al Defensor del Lector para mostrar su desacuerdo con la línea informativa de EL PAíS respecto de la condena e ingreso en prisión por el caso Filesa del ex senador socialista Josep María Sala, puesto en libertad posteriormente por decisión del Tribunal Constitucional. "Ni esta carta ninguna otra en línea contraria a Josep María Sala ha sido publicada en el diario EL PAÍS, mientras que sí se han publicado reportajes hagiográficos, crónicas reverenciales y cartas laudatorias hacia Sala", señala. El Defensor del Lector ha rastreado en el apartado de Cartas al Director y ha encontrado dos cartas críticas relacionadas con este tema. En una de ellas, publicada el 18 de diciembre pasado, un lector de Mataró, Barcelona, muestra la perplejidad que le ha producido que "mi diario dé cancha a dicho señor y de forma tan destacada"; en otra, publicada el 29 del mismo mes, un lector de Rivas-Vaciamadrid, Madrid, se expresa en parecidos términos.De la publicación de estas cartas pueden deducirse dos cosas:, que entre los lectores de EL PAÍS ha existido efectivamente una corriente crítica frente al tratamiento informativo dado por el periódico a la condena e ingreso en prisión de Josep María Sala (estas tres cartas serían un exponente de ello) y que EL PAÍS no ha silenciado la existencia de tal actitud.

Los lectores pueden escribir al Defensor del Lector por carta o correo electrónico (defensor@elpais.es), o telefonearle al número (91) 337 78 36.

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