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Crítica:TEATRO:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Homenaje

Stevenson hizo una obra nunca terminada de leer, de hablar y de cimentar: El doctor Jeckyll y Mr. Hyde. La suposición, la frecuente, es la de que representa la convivencia del bien y el mal en cada persona; en circunstancias supuestas, las dos fuerzas, la dialéctica natural puede dividirse de manera absoluta.La broma de Boadella -uno de los grandes bromistas del teatro español- consiste en hacer este corte anatómico de un catalán: el mal absoluto sería su condición de empresario autocrático, del nacionalista duro, monetarizado. Y la otra cara, José Pla, el extraordinario escritor que ha llenado casi todo este siglo, y lo ha comentado con "humor honesto y vago".

Escritor en catalán, a veces traducido; pero también en un riquísimo castellano, construido a través de su lengua madre y luego de otras adquiridas. En mi juventud, el conservadurismo de Pla, su cierre frente a algunas ideas nuevas, era tan extraordinario que constituía un respiro para los oprimidos. Se esperaba cada semana Destino, dirigido por alguien tan españolista, franquista y derechista como Agustí, para leer a Pla y a otras personas.

La increíble historia del doctor Floit & Mr

Pla Intérpretes: Jesús Agelet, Xavier Boada, Jordi Costa, Ramon Fontseré, Minnie Marx, Dolors Tuneu, Xevi Vilá. Traducción de Arcadi Espada. Vestuario: Manuel Soria. Escenografia: Boadella y Dino Alvarez. Dramaturgia y dirección: Albert Boadella. Compañía Els Joglars. Centro Dramático Nacional. Teatro María Guerrero. Madrid.

La base de esta obra está en algunos textos de Pla -en muy castellano: traductor, Arcadi Espada- colocados dentro de la situación teatral del personaje doble. Son esos textos los que determinan la obra: cuando el personaje que le representa habla, todo lo demás sobra. Lo demás, los personajes que circulan en torno suyo, incluso su doble malo, son puros accesorios.

Boadella firma una dramaturgia, y eso es la obra: una mera dramaturgia irónica y divertida,sobre lo que dice Pla, interpretado -y su nombre es ya un elgio- por Ramon Fontseré. Hay, naturalmente, digresiones en torno al catalanismo, los nacionalismos; el paisaje, la comida, la tierra. El mundo del buen sentido ácrata que comentó Pla.

Claves

Todo está claro y, sin embargo, todo puede resultar críptico para quien no esté en algunas claves históricas, culturales, lingüísticas o costumbristas. Si un personaje se llama Adolfo (como Marsillach), Calvo (como Ricardo) y es actor, hay que saber que es en realidad una caricatura de Enrique Borrás, por su careta, por la imitación de su forma peculiar de recitar: y, además, hay que saber quiénes fueron Marsillach, Calvo o Borrás. Es un ejemplo. Dalí, como otro ejemplo, o Montserrat Caballé, son demasiado obvios, y las risas de entusiasmo del público demuestran que han comprendido y quieren que se sepa lo listos que son. Sin embargo, algunos creen que el doctor Floit, ejemplo del mal, podría ser una especie de reencarnación de Flotats: no lo sé, no lo advierto. Aun estando en la clave de rivalidades o enfrentamientos.

Hablo de un público de estreno, de crema. No sé qué pasará en los días sucesivos, y si esta obra será comprensible en un Madrid alobado donde la ignorancia cunde; quizá se rían por lo que encuentren de burla de lo catalán, que ahora es un terreno tonto de combate; y el secreto no está ahí. O no está sólo ahí. La crítica de Boadella está hecha desde dentro, desde una cierta catalanidad que aspira a la universalidad. Y que parece que, querría hacerse cosmopolita por el cultivo de lo provinciano. Pla no fue nunca provinciano, aunque fuera un labrador rico un payés de buena masía, que amaba su tierra porque era tierra y de todos. En esta dramaturgia el aroma de una cocina donde se guisa un arroz negro con emocionante morcilla- se expande por el patio de butacas: y contribuye -decisivamente a la comprensión del acto escénico y de la naturalidad que se defiende.

Apenas es preciso decir que Boadella trabaja a la perfección. Y sus actores. Sus luces, el juego raro que quiere hacer con los sonidos de voz, las pequeñas sorpresas.

Quizá aquí no va a ser entendida la obra en todo su alcance, y yo mismo que vivo en los márgenes de la ignorancia, aunque la mía esté ayudada por la edad y por la lectura. Pero siempre quedará la letra de Pla, la picardía dramatúrgica, la magnífica interpretación, la inteligencia del teatro bien hecho.

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